Desde románticas “rancheras” hasta clásicos atemporales que te darían ganas de cantar tu alma, se convirtió en un gigante cuya poderosa voz de canto le dio el título del “rey” de México.
Nacido en una zona rural de Jalisco, México, en 1940, ambos padres de Fernández eran ganaderos. Cuando se mudó a Tijuana era adolescente y asumió algunos de los trabajos más difíciles y pesados como colocar ladrillos, lavar platos y lustrar zapatos.
Fernández nunca tomó cursos de canto ni practicó canto en absoluto. Se unió a varios grupos de mariachis antes de cantar en bares y restaurantes. Finalmente, en 1969, firmaría un contrato discográfico y de ahí su éxito fue como cohete.
Luego ganó 11 premios Grammy, incluidos tres Latin Grammy, ganó una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood en 1998, participó en más de 30 películas del cine mexicano y vendió más de 65 millones de álbumes.
Su hijo, Alejandro Fernández, se convirtió en cantante ganador del premio Grammy Latino, siguiendo los pasos de su padre. Su álbum más reciente, “Hecho en México (Made in Mexico)” se retrasó brevemente porque quería grabar una canción con su padre antes de lanzarla, según una entrevista con Billboard.
Fernández se retiró de los escenarios en 2016, citando su edad, pero aún publicó varios álbumes después, incluido su último, “A Mis 80s”.
Popularidad más allá de México
En un artículo de Los Angeles Times, se menciona que la música de Fernández avanzó a través de la frontera entre Estados Unidos y México a partir de la década de 1970 y, finalmente, en todo el mundo, lo que lo convirtió en un ícono para los inmigrantes mexicanos.
Su música se convirtió en una reproducción obligada en los hogares hispanos, incluidas las fiestas nocturnas, las reuniones, las noches de karaoke e incluso las tareas diarias. Todos los abuelos o padres latinos repitieron varios de sus álbumes. Los tragos de tequila eran imprescindibles.
Fernández tampoco era ajeno a Houston. De hecho, todo fue gracias a Guillermo “Memo” Villarreal, dueño de Memo’s Record Shop en el área del East End, quien también trabajó como promotor de conciertos responsable de traer a Fernández a Houston, actuando en lugares como el Toyota Center en varias ocasiones.
Será recordado por las generaciones venideras
Grandes multitudes se reunieron en la Plaza Mariachi de Jalisco, donde se encontraba una estatua de Fernández, cerca de bares y restaurantes donde alguna vez cantó, los fanáticos presentaron sus respetos y cantaron sus famosas canciones. La estatua de bronce fue traída por el gobierno de Jalisco para honrar la carrera de Fernández.
Fernández fue un ícono tal que la cadena en español Telemundo interrumpió su transmisión en vivo de las celebraciones de la Virgen de Guadalupe en México para anunciar su muerte.
“Mientras no dejen de aplaudir, su ‘Chente’ no deja de cantar” se convirtió en una frase legendaria que se apoderó de los fanáticos y celebridades.