Tal como lo dijo Mary Ávila en su más reciente artículo -que con Internet de por medio, todo se vuelve cercano- tuve la oportunidad de ponerme en contacto –a través de un primo mío- con Enrique de la Rosa, un joven mexicano que vive desde hace poco más de dos años en Yokosuka, Japón.
Enrique -quien está casado con una japonesa- me contó vía Facebook que la ciudad donde vive está a unos 400 kilómetros al sur de Sendai, donde se originó el terremoto de –según han corregido las autoridades niponas- 9 grados en la escala de Richter.
La diferencia de 15 horas entre México y Japón ha dificultado un poco que Enrique y yo podamos ponernos en contacto. Sin embargo me ha contado algunas de sus vivencias durante la tragedia.
Y para completar el texto, he reproducido, en un principio, lo que publicó luego de las primeras horas del sismo.
A continuación, los comentarios que Enrique, nacido en México Distrito Federal, ha publicado en su muro de Facebook:
“Viernes, horas después del terremoto: El sismo se sintió fuertísimo. Seguimos medio preocupados y con miedo. La verdad somos suertudos, muchas personas no tienen luz, gas. Todos los que se fueron a trabajar no pudieron regresar a sus casas porque los trenes fueron detenidos por seguridad, otras personas lo perdieron todo, coches, casas. Muchos heridos y también personas fallecidas”.
“Sábado temprano (hora japonesa): Las réplicas nos ponen nerviosos. Hay alerta nuclear y puede que mañana domingo nos quiten la electricidad. Mucha de la mercancía, sobre todo comida, viene del extranjero en barcos y al haber sido destruidos varios puertos, se prevé escases de comida. En los centros comerciales, las alacenas de sopas, pan y leche estaban casi vacías. Fuimos a la gasolinera y ya no había gasolina”.
La breve conversación con Reporteras de Guardia:
Enrique de la Rosa.- No creo que haya un país tan preparado para los sismos como Japón.
Reporteras de Guardia.- ¿En qué lo notas?
ER.- Muchas familias tienen en sus casas kits de emergencia ante terremotos que incluyen agua y comida para 3 días; lámparas, radios que no requieren pilas, una especie como de almohada que te cubre la cabeza. Por ejemplo, a nuestro bebé que va a entrar a la guardería el próximo mes, le piden uno de esos protectores. Es obligatorio, como el uniforme. La infraestructura también está diseñada para recibir terremotos.
Sin embargo, lo que me deja esta experiencia es que por más que un país esté preparado, cuando el sismo es tan fuerte como éste y es seguido de tsunami, la destrucción es inevitable. Ayer (sábado) en la noche vi que había ya aproximadamente 720 personas fallecidas e innumerables personas desaparecidas. Eso jamás se había visto en terremotos en Japón. Se han registrado personas fallecidas o desaparecidas en otras ocasiones, pero no a tal grado.
Ayer que fuimos al supermercado, de verdad que sí se siente el pánico en la gente; todo lo relacionado con kits de supervivencia casi vacío: la comida en lata, sopas instantáneas, leche, jugos, bebidas. Las calles vacías para ser fin de semana.
Y para colmo, recibí un mensaje de texto de parte de un amigo, pero estaba todo en japonés, no entendía mucho, entonces le pregunté a mi esposa qué decía. Y al mismo tiempo en el radio decían que estaba circulando un correo cadena comentando mentiras sobre químicos peligrosos que se habían derramado y que si los respirabas corrías el peligro de intoxicación.
RG.- ¿Quién puede tener humor y tiempo para hacer eso?
ER.- Exactamente, ¡quién demonios hace eso! Entonces ya no le puse atención. Japón es demasiado dependiente de importaciones en cuanto a alimentos, lo único que es autosuficiente es en la producción de arroz. Con varios puertos destruidos y vías marítimas inaccesibles, lo que pudiera estar en camino será retrasado. Por eso es que la gente se alocó y fue a comprar todo lo que pudiera. Cuando fuimos por gasolina ayer ya no había. Es cuando uno se da cuenta lo vulnerable que es.
RG.- ¿Qué tan cerca estás del epicentro del tsunami?
ER.- El epicentro queda a 130 kilómetros de la costa noroeste de la ciudad de Sendaique, es la que queda mas cerca, y a 375 kilómetros de Tokyo. Yo vivo un poco más al sur, tal vez a 400 kilómetros del epicentro.
RG.- ¿Vives en un edificio?
ER.- Es un edificio de siete pisos, de cemento. No tiene ninguna fractura, somos afortunados. Si este edificio aguantó el primer terremoto y la réplica más fuerte, creo que aguantará lo que sea.
Anoche (noche del sábado en Japón) las alertas de tsunami todavía estaban en rojo, ya en la madrugada bajaron a alerta amarilla. Al menos es más tranquilizante.
Chiba, que es una ciudad al norte de Tokyo, siguió sufriendo de replicas del terremoto y también de los tsunami y Chiba nos queda muy cerca.
Si vamos a las costas de nuestra ciudad, Yokosuka, se puede ver a lo lejos las costas de Chiba. Lo que nos sorprende es que no nos ha tocado tan grave lo de los tsunamis porque el trabajo de mi esposa y el mío están a un costado del mar.
RG.- ¿Dónde trabajan?
ER.- En una base naval marítima de los Estados Unidos, es una cadena de tiendas departamentales dentro de las bases alrededor, se llama Navy Exchange.
RG.- ¿Irás a trabajar el lunes? ¿No suspendieron labores?
ER.- No tengo idea. Tendré que llamar a mi oficina.
RG.- Incertidumbre.
ER.- Sí, estamos viviendo con incertidumbre.
Mientras esto se publica, la prensa internacional alerta sobre una posible fusión nuclear de dos reactores ubicados en la central nuclear de Fukushima.
Norma Saldaña escribe en el proyecto Reporteras de Guardia y es egresada de la Maestría en Periodismo de la Escuela de Comunicación de la Universidad Anáhuac México Sur. Síguela en Twitter @normasv