Que, al analizar la iniciativa que nos ocupa, encontramos que ésta se orienta a tipificar una conducta que se ha vuelto recurrente en los últimos años a la par del uso cada vez más extendido de las nuevas tecnologías de comunicación, que propician la rápida difusión de noticias o rumores y, con ello, el abuso de la propagación de falsedades que pueden causar alarma generalizada o pánico en una población
A quien, por cualquier medio, afirme falsamente la existencia de aparatos explosivos u otros; de ataques con armas de fuego; o de sustancias químicas, biológicas o tóxicas que puedan causar daño a la salud, ocasionando la perturbación del orden público, se le impondrá prisión de uno a cuatro años y multa de quinientos a mil días de salario, atendiendo a la alarma o perturbación del orden efectivamente producida.
Esta es parte del texto de la Llamada “Ley Duarte” que fue aprobada hoy por el Congreso de Veracruz en México y que hace referencia al nombre del gobernador de Veracruz Javier Duarte que a través de tuits pedía la sentencia por terrorismo de tuiteros que en situaciones que aún no han sido aclaradas se los acusó de “terrorismo” al replicar mensajes sobre hechos de violencia en el puerto.
Una ley retrógrada que incluye “la perturbación del órden público” como aquel retrógrada y siniestro delito de “disolución social” que existía en México en 1968 que justificaba la represión de movimientos de protesta y la simple libertad de expresión.
Se retroceden años al aplicar esas leyes que temen a la libre expresión de las personas en las redes sociales. Es tiempo que congresos de otros estados y que a nivel federal se proteja la libre expresión en internet y sean un contrapeso a esta iniciativas que carecen de razón y encubren la represión.
La violencia que se vive en el país no desaparece silenciando las redes sociales que en algunos estados son los únicos medios que aún pueden relatar la realidad. Protegerlas y sus usuarios es indispensable.
Texto de la ley Duarte:
Dictamen delito de perturbación del orden público.
Imagen: José Randú