Vivimos en una sociedad tóxica. Estamos sometidos a muchísimas influencias nocivas para nuestro organismo. Además, nuestra salud está en manos de grandes empresas farmacéuticas, que son las que más invierten en investigación médica. Para estas, tengámoslo claro, es más rentable curar que prevenir. Es decir, es más rentable que haya muchos enfermos crónicos que se están medicando siempre, que una sociedad sana en la que haya muy pocos enfermos.
Tres ejemplos de tóxicos que están en nuestra vida diaria: la contaminación ambiental está afectando a la salud de niños y a la calidad del semen de los hombres; en la agricultura se está usando multitud de químicos que luego pasan a la alimentación y que tiene consecuencias sobre nuestra salud; la contaminación electromagnética a la que estamos sometidos cada vez más a través de las antenas de telefonía y el wifi está relacionado con el cáncer. Hay multitud de casos, simplemente recomiendo visitar la página de uno de los periodistas que más está trabajando estos temas en España, Miguel Jara.
Por suerte podemos estar tranquilos. Creo. Nuestro gobierno, preocupado siempre de salvaguardar nuestra salud, ha decidido actuar. No quiero decir que esté empezando a enfrentarse a los lobbys farmacéuticos, alimentarios, biotecnológicos, industriales… No, estos tienen que seguir salvaguardando sus beneficios. Lo que ha decidido es que está prohibido fumar en cualquier lugar público.
A mí esta medida me molesta mucho. Y no por el fumar o no fumar en sí, sino porque, como casi siempre hace caer nuestros problemas de salud en un comportamiento individual. Como con casi todo, lo que se penaliza no es una manera de vivir que nos está enfermando, en todos los sentidos (y que no sólo nos está enfermando sino que está destruyendo el planeta). Lo que se penaliza es un comportamiento individual, fumar, que toman personas adultas y asumiendo las consecuencias.
El presunto argumento es el fumador pasivo. Pero este tipo de situaciones prodrían manejarse de manera autónoma. Cada bar podría decidir si permite fumar dentro o no; sabiendo las personas que decidan entrar a qué atenerse, decidiendo el bar en función de sus preferencias. Independientemente de los problemas que puedan surgir, o las discusiones, creo que se podrían solucionar de manera autónoma, sin requerir que el Estado intervenga.
Porque detrás de esto hay una manera de entender la salud, y no sólo la salud, tremendamente perjudicial. Siempre se hace recaer en el individuo, en sus comportamientos de persona libre, sus propios males. Aquí, sobretodo desde los poderes públicos, nadie plantea que es la sociedad la que hay que reformar de arriba a abajo. Y no sólo si queremos ser más sanos, sino simplemente si queremos sobrevivir como especie. En esto es en lo que tendría que intervenir el Estado.
Ah, por cierto, no fumo.
Jose
¿Quién es Sombras en la Ciudad?
Se cruzan las vidas de dos jóvenes burgaleses. Comparten libros, conversaciones, comidas, manifestaciones, noches inabarcables, ciudades, música,… Uno es más culto que el otro, uno es más crítico que el otro, uno es más inteligente que el otro y uno abre un post y el otro le contesta. Descubre quién es quién en esta pareja de impostores porque ni ellos mismos saben quienes son…síguelos en su blog Sombras en la Ciudad
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