Escucho las palabras Esperanza Aguirre y me echo la mano al bolsillo. Cuanto más aparece en los medios esta mujer barnizada de laca siento que me están robando más y más. Aguirre dice que no hay dinero y, claro, como no hay dinero va a recortar el presupuesto de la educación pública. Estos recortes suponen el despido de 13.000 profesores interinos que, a su vez, suponen aulas masificadas y profesores estresados con la consecuente pérdida en la calidad de la educación.
Lo que no dice la política con menos vergüenza del panorama nacional es que con estos tijeretazos va a ahorrar 80 millones de euros, mientras que en publicidad institucional, es decir en pagar publicidad con el dinero de todos para decir lo bien que lo hace ella, lleva gastados desde 2008 620 millones de euros.
A su consejera de Educación Lucía Figar la frenó el Tribunal Superior de Justicia de Madrid en su intento de privatizar el Colegio Público Miguel Ángel Blanco. Quería dejarlo en manos “amigas” pero sin ninguna experiencia en la gestión de instalaciones educativas. Esta consejera de Educación se vanagloria en charlas de organizaciones ultracatólicas de dejar la educación pública en manos de las organizaciones católicas y privadas.
Detrás de todo esto no hay más que pura ideología. Ideología neoliberal, de extrema derecha en lo económico, que se justifica a través de una falsa carencia de recursos para arrasar con todo lo público. De esa forma, lo privatizan todo dejándolo en manos de sus amigos, ejemplos en este país sobran. A esos políticos obsesionados con privatizar no les faltan sueldazos en la empresa privada cuando andan faltos de votos y protagonismo mediático.
Los ignorantes que votan a Esperanza Aguirre no saben que educación privada es desigualdad, es crear guetos, es abrir la brecha social, es aumentar las diferencias entre ricos y pobres, es que sus hijos tengan una educación de mierda, es que tengan que pagar por la vomitiva educación católica, es, al fin y al cabo, que acaben pagando el pato los de siempre. Que paguen la crisis los que no tienen nada de culpa en crearla mientras los que la causaron siguen ahogados en abundancia a nuestra costa.
Una sociedad potable debe apoyarse en una educación pública, laica y de calidad que nos iguale a todos. Ya hemos dicho por aquí alguna vez que lo que se gasten en construir escuelas públicas se lo ahorrarán en no hacer cárceles dentro de unos años. Pero todo esto, a una jeta y millonaria como Esperanza Aguirre y a toda su familia les da lo mismo.
Marcos
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