Suele decirse que la primera víctima de una guerra es la verdad. En este caso, la estadística no es responsable sino víctima, pues la responsabilidad corresponde al uso que se hace de ella. No afirmaré que los datos que se han publicado sobre el Covid-19 sean falsos, pero sí que son engañosos. Para que los instrumentos de medir sean útiles, además de ser baratos, claros y comprensibles, deben cumplir dos cualidades imprescindibles: que sean válidos y fiables.
La validez se refiere a que el indicador debe medir lo que dice medir. Generalmente esto es difícil porque lo que se quiere medir son conceptos abstractos. Este problema existe en todas las ciencias, físicas, naturales y sociales. La validez no es un atributo objetivo, sino subjetivo, basado en el consenso de la comunidad científica. El segundo criterio se refiere a la fiabilidad, es decir, que sucesivas mediciones del mismo fenómeno nos proporcionen la misma medición.
Hemos aplicado estos dos criterios a los fenómenos cuyas mediciones se han publicado en los medios de comunicación:
Número de contagiados por el virus.
Número de ingresados en hospitales y centros de salud.
Número de atendidos en unidades de cuidados intensivos (UCI).
Número de muertos.
Número de curados.
Número de contagiados
Al no haber dispuesto de tests suficientes, no solo no se han aplicado estos tests a todos los posibles contagiados, sino que tampoco se han podido aplicar a los que accedían a los centros de salud, por carencia de pruebas. Muchos contagiados han pasado la enfermedad en sus casas.
Por otra parte, ha habido ingresados, incluso tratados en UCI y muertos, que no han sido contabilizados como contagiados porque algunos servicios solo los han tenido en cuenta si habían recibido el test y dado positivo. Cuando se han empezado a recibir los tests, a finales de marzo y principios de abril, la autoridad competente ha establecido que solo se contabilizan como contagiados los que hayan dado positivo en el test, lo que vuelve a excluir todos los demás casos.
Para dar una cifra fiable de contagiados habría que haber aplicado las pruebas a toda la población española. Cualquier cifra de contagiados está, por tanto, subestimada.
Número de ingresados
Es una de las estadísticas que no tiene errores, pues no puede haber fallo en esta contabilidad. El concepto en sí no tiene interpretación posible: o se está ingresado o no se está.
Se sabe que algunas personas deberían haber sido ingresadas, pero no fue posible porque no había camas. Eso no cambia el número de ingresados. Por tanto, esta cifra no significa nada más que cuántas han sido las camas disponibles, pero subestima el número de los que habrían requerido ingreso hospitalario
Número de atendidos en UCI
Tampoco tiene error posible. Cada hospital sabe cuántas unidades de UCI tiene para atender, generalmente con respirador, en esta epidemia, y cuántas están ocupadas. Ha habido tantos atendidos en UCI como respiradores e instalaciones han estado disponibles.
Se puede argumentar que el número de los que deberían haber sido atendidos en UCI es mucho mayor que el de los que han sido atendidos, pero eso no cambia el dato objetivo. La prueba de este argumento es que, a medida que el sistema sanitario ha podido disponer de más respiradores, ha aumentado el número de atendidos en estas unidades. Por tanto, cualquier cifra subestima el número de los que habrían requerido tratamiento en UCI, aunque ahora ya comience a haber camas libres.
Número de muertos
Cuando comenzó a crecer el número de muertos en España por el coronavirus cundió la alarma, y solo hace unos días se modificó la medición de este hecho, de manera que solo se considera “fallecidos” por el virus a aquellos a quienes se les haya practicado la autopsia que lo certifique.
Es obvio que, al modificar la definición del concepto se pueden eliminar de la estadística todos aquellos casos en que no se ha practicado la autopsia. Por eso, las muertes por esta causa posiblemente están subestimadas desde que se modificó la definición de muerto por el virus.
Número de curados
Esta estadística es la que recibe más atención recientemente, para animar a la ciudadanía. Es cierto que esta epidemia produce muchos contagios, pero menos mortalidad que otras enfermedades. Como las muertes se producen en un período de tiempo muy corto, provocan más pánico en la población.
En este caso, solo se contabilizan como curados los que han sido hospitalizados y dados de alta, pero es evidente que todos conocemos muchos casos de personas que han superado la enfermedad en sus casas. Por tanto, también el número de curados, muy probablemente, esté subestimado.
Por último, no se entiende por qué casi todas las estadísticas que se publican se presentan en cifras absolutas. Es lógico que una población mayor, a igualdad de otras circunstancias, tendrá más muertes de virus que una población más pequeña. Por eso se han utilizado siempre las tasas o las proporciones para comparar los hechos demográficos con la población total, pues es la única manera de obtener interpretaciones y conclusiones comprensibles. Las estadísticas no mienten, se miente con estadísticas.
Juan Díez Nicolás no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Juan Díez Nicolás, Catedrático Emérito de Sociologia, Universidad Camilo José Cela