Sus primeras líneas fueron para reafirmar su postura, para escapar de todo vínculo con Andrés Manuel y también para explicar brevemente el sentido de las nuevas movilizaciones.
Las segundas las dedicó a Luis H. Álvarez, le hizo ver su fracaso, el de su partido y el de Calderón. Con el estilo tan particular con el que usted se maneja tuvo a bien ironizar, hacer un deslinde de responsabilidades y –tal vez sin quererlo– confrontó a la nación mexicana con lo peor de sí misma, con sus miedos. No me malinterprete, en cierto modo ha sido lo mejor.
Leí con atención su tercera misiva, entendí perfectamente su línea de acción y me ha quedado claro que su discurso no es otro que el de alguien que posiblemente sin querer –y en un contexto por demás peculiar como el que vive México– ha decidido convertirse en la conciencia viva que hace frente a la amenaza fantasma del neoliberalismo.
Hace poco en las redes sociales se publicó su “cartón”. Arturo Loría en homozapping.com.mx escribió que “es bueno saber que en estos días alguien tiene sentido del humor” y tiene toda la razón, más cuando el futuro se viste de tragicomedia.
Después de un “periodicazo” en Milenio, llegaron las postdatas para lo que llama “la crítica chafa” y respondió con la misma moneda. Donde algunos personajes ven en sus trazos un signo de debilidad, usted parece notar fortaleza, y no está mal pero es posible avanzar sin tantos comunicados de papel teniendo como bandera un solo mensaje, la acción política.
Con una izquierda que luce como derecha, un centro que lucha incansablemente por hacer creíble su renovación, una derecha que –de un tiempo a la fecha – no puede manejar bien sus problemas de comunicación y con un marco global que da vigor a su (justo) reclamo no se puede dar el lujo de fallar.
Buena parte de la sociedad sigue sin poder creerle ¿No cree que es momento de dar motivos para hacerlo? ¿No cree necesario “cortar de tajo” toda suspicacia? El EZLN es oposición, lo sabemos perfectamente pero ¿Y “La Otra Campaña”? Si no hay una movilización con una carga simbólica importante solo se reforzaría el punto de vista de quienes ven en un zapatista a un revolucionario de panfleto.
Usted y el EZLN (para bien o para mal, según lo vea) son actores políticos y su inclusión dentro del elenco estelar del teatro político mexicano puede ser una buena noticia. Eso sí, serán sus decisiones las que lo lleven –o no– a ganarse un TONY.
En medio de un mar de asesores, publicistas, mercadólogos políticos y consultores de imagen que viven de lo que Marcos Roitman Rosenmann en un texto publicado por La Jornada llama la “parafernalia destinada a provocar desánimo”, usted tiene una oportunidad de oro:
Ya nos dijo que no se han ido, pero es momento de dar un segundo mensaje: “No ha llegado el momento en que debamos irnos”.