Por Mun
Ya lo dice Joaquín Sabina en una canción: “De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera, por ti la vida entera. Y sin embargo un rato cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera, te cambiaría por cualquiera”. Y añade que aunque “no debería contarlo y sin embargo, cuando pido la llave de un hotel y a medianoche encargo un buen champán francés y cena con velitas para dos siempre es con otra, amor, nunca contigo, bien sabes lo que digo”.
Más allá de estos acordes, aceptar que se es infiel es una virtud o un defecto dependiendo del contexto sociocultural en el que estés sumergido. Así, en un país en el que predominen las relaciones monogámicas, incluir a una tercera persona es una flagrante violación a un acuerdo establecido. Pero también lo es allí donde se acepta la poligamia. Porque ser infiel es quebrantar un trato (emocional o sexual) estés en la relación que estés.
En Latinoamérica la infidelidad está a la orden del día. Lo cual no significa que en Europa, por ejemplo, la gente sea más o menos fiel. Pero, a diferencia del Viejo Continente, en México o Guatemala, una relación extra matrimonial es vox populi y muy “varonil” compartirlo con los amigos mientras que en España se tiende a esconderla por “estar mal visto”. Sea por exceso de moral o de hipocresía o por índice de machismo, lo cierto es que para que exista la infidelidad se requieren dos (no importa el estado civil ni la preferencia sexual). Casada-casado; soltera-comprometido…Esto sin entrar en el análisis de las sociedades patriarcales y retrógradas en las que la mujer adúltera puede llegar a ser ejecutada o mutilada por haber cometido un “vicio imperdonable”.
En la infidelidad amorosa está implícita la mentira y el engaño. Si no hay acuerdo tácito por parte de los dos (o del número de personas involucradas en el poliamor) para “abrir la relación”, se está incurriendo en la falsedad, ya sea por affaires ocasionales o recurrentes.
Algunos entrevistados coinciden en afirmar que cuando tienen sexo con otras personas que no son su pareja, no están siendo infieles ya que su compromiso de amor va más allá del deseo sexual o el mero contacto carnal. En general, estos no aceptan el acto como algo deshonesto ya que no han dejado de “amar” a su cónyuge o compañero/a. Por su parte, algunos sujetos de la infidelidad (los cornudos) admiten que si el “adúltero” vuelve a casa con su familia, no hay motivo de desdén ni perjuicio, ni deshonra, ni cuernos. “Es solo sexo”, dicen.
Según la DRAE el vocablo “Infidelidad” se refiere al incumplimiento del compromiso de fidelidad. Es decir, es la carencia de lealtad. Existe una teoría que explica que cuando en una relación se cumplen las cuatro “C” (cama, corazón, consciencia y cabeza), no hay necesidad de voltear hacia otro lado. Y a ti, ¿te sobra la quinta C de “cuernos”?