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Yo hablo de México porque me interesa mi país

Por Cynthia Rodríguez. Reporteras de Guardia

En los últimos cuatro años y medio hablar de México me cuesta mucho trabajo. Sobre todo porque es el tiempo que llevo viviendo fuera de mi país y aún con toda mi nostalgia por sus cosas buenas que tiene -que creo son muchísimas-, he elegido hablar de los problemas que hoy en día se viven ahí y que por muy alucinantes, horribles, fuertes e importantes (ponga usted, lector, el calificativo) que sean, en Europa no siempre se saben. Las noticias no constantemente llegan y cuando lo hacen, la mayoría de las veces es de manera interrumpida y descontextualizada.

Cuando en diciembre del 2006 me mudé a Italia, los campamentos en Reforma no se habían quitado. No había reunión o plática donde el tema fueran los resultados electorales entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador. Hoy me entero que en México está por estrenarse (o ya se estrenó) un documental que se llama “0.56%”, precisamente la diferencia que hubo en esas votaciones.

Lo menciono porque recordar esa fecha me sigue provocando una serie de emociones, creo que cada vez más intensas porque verlo a la distancia explica muchas cosas, al menos para mí. Pero bueno, hago referencia a esa fecha también, porque cuando llegué a Roma fue como si el tiempo se hubiera detenido. De la noche a la mañana ya no escuchaba los discursos de “fraude”, “peligro para México”, “los nacos del campamento”, “el caos de las marchas”.

Tampoco escuchaba las historias de muerte que año con año seguían en aumento. Fue de verdad una sensación muy extraña y ahora que lo pienso, más que haberse detenido el tiempo, fue experimentar, en todo el sentido de la palabra, un destierro, aunque aclaro, mi razón para emigrar nada tuvo que ver con la inseguridad en el país.

Recuerdo perfecto que a finales del 2006 los expertos en seguridad señalaban que el narcotráfico mexicano había crecido tanto que ya tenían presencia en una docena de países. Hoy dicen que están en más de 50, pues se ha comprobado redes de algunos carteles en Estados Unidos, Canadá, Centro y Sudamérica y hasta en Australia.

Y fue precisamente en el 2008 cuando un operativo (Reckoning) llevado a cabo en la ciudad de Atlanta, donde detuvieron a más de 100 personas, la mayoría de ellos mexicanos, se dio a conocer un nexo entre narcotraficantes mexicanos e italianos. Un escándalo internacional porque por primera vez la mafia más antigua del mundo comenzaba relaciones con la mafia emergente: la mexicana.

Cómo nace el libro ‘Contacto en Italia’

En medio de tantos dimes y diretes quería entender de la manera más clara y amplia, cómo inician las relaciones criminales entre ciudadanos aparentemente diversos, no sólo por la geografía, la diferencia de idiomas, aspectos un tanto obvios, sino por las tradiciones y costumbres que también existen en cada una de las organizaciones criminales.

Hasta ese momento en México se desconocía que existiera una organización criminal llamada “Ndrangheta”. Era lógico, pues durante largos años se mantuvo casi en el anonimato mientras el estado italiano se ocupaba por combatir con todas sus fuerzas a Cosa Nostra, la mafia siciliana. Yo misma desconocía esta información y fue hasta que comencé a investigar que me di cuenta que con quienes habían comenzado a negociar los narcos mexicanos eran con personas cercanas a este grupo delictivo, que tiene su origen en la región de Calabria.

Comencé a rastrear la investigación italiana y, también desde este país, la indagación de la DEA y el FBI. Viajé varias veces a Calabria, donde entrevisté a varios personajes y conocí una realidad completamente distinta a la que ya conocía en Sicilia, por ejemplo, donde la presencia mafiosa es todavía muy fuerte.

Cuando por fin tuve acceso a la investigación completa, fue como descubrir un mundo. Poder leer todas las conversaciones que tienen dos narcotraficantes, uno italiano y otro mexicano desde ciudades diversas, preocupaciones diversas, todo lo que tienen que hacer para que el negocio siga, las dificultades a las que también se enfrentan, sus relaciones familiares. En fin, todo a detalle. Como periodista e investigadora fue satisfactorio.

Por fin información de primera mano, todo gracias a las intervenciones telefónicas que en Italia son legales y que gracias a ellas han descubierto millones de delitos no sólo nacionales, sino también internacionales.

Así fue como nació mi libro: “Contacto en Italia”, en el que explico a detalle estas “relaciones peligrosas”, aunque fuera una pequeña parte del gran rompecabezas que el narcotráfico mexicano significa.

Esta búsqueda significó el inicio de una investigación más amplia, pues como decía al principio, hablar de lo que pasa en México no es fácil, primero porque para nada ha sido fácil entender lo que allá ocurre. Sabemos de los cárteles del narcotráfico, conocemos algunos de los rostros de los capos de estos cárteles, parte de sus historias, sus motivaciones, y de repente hay tanta información que parece desarticulada.

Como mexicana tampoco ha sido fácil aceptar que México se ha convertido en un campo de batalla, donde cada día mueren en promedio 30 personas por hechos relacionados con la violencia. Y más difícil ha sido aceptar que todos hemos sido parte (activa o pasiva) de lo que nos está ocurriendo.

Creo que aceptar que el país donde uno nació -el que uno ama- donde están los cariños más profundos, se ha convertido en un monstruo. Esto no es para resignarse, porque los problemas -poco a poco nos hemos ido dando cuenta- no acaban con 40 mil ó 50 mil muertos. Eso más bien nos hace enfrentarnos a ellos, o debería de hacerlo.

Por eso, desde mi papel de mexicana en el extranjero, siempre que puedo hablo de lo que allá ocurre porque me parece importantísimo que en el mundo se sepa lo que miles de familias sufrimos y no sólo para dar a conocer su dolor, sino porque a veces, cuando me asomo a escuchar y leer lo que allá ocurre, me doy cuenta que los problemas son tantos y tan graves que merece la pena también conocer otras experiencias. Así que también en este tiempo que llevo fuera de México, busco permanentemente buenos ejemplos de cómo se ha combatido a la violencia.

Afortunadamente (y digo afortunadamente para mí por lo que puedo seguir aprendiendo) ahora vivo en un país que durante años ha sufrido la presencia de las mafias, donde desde diversos aspectos se ha luchado y se sigue luchando para poder revertir una realidad. Aquí he visto por ejemplo, cómo los familiares de las víctimas utilizan la fuerza de su tremendo dolor para ser parte de ese cambio. He visto que a pesar de todo, la legislación italiana ha avanzado como en ningún otro país en el mundo para atacar a los sistemas criminales.

Gracias a esta investigación, a principios de junio recibí una invitación de Casa de América en Madrid, para hablar sobre las nuevas relaciones que los cárteles de la droga en México están teniendo con otras organizaciones criminales en el mundo.

Yo hablo de México porque me interesa mi país. Me duele ver lo que está sucediendo allá. Me emociona cuando veo que las víctimas salen a gritar sus desgracias porque aquí he aprendido el valor y la resonancia que tiene que las personas logren romper el muro del silencio. La participación de la sociedad civil es fundamental para que los verdaderos cambios se den. Esto es lo que he aprendido viviendo fuera de México y lo que ahora trato de transmitir en cada plática que me invitan.

Ese día tuve el honor de compartir esta charla con dos expertos en el tema: el doctor Edgardo Buscaglia y el doctor Francisco Thoumi, quienes hablaron sobre la escalada de violencia que desde hace años se sufre en Latinoamérica y sobre el problema de la legalización de las drogas. Recomiendo ampliamente ver sus explicaciones porque seguramente nos despejarán algunas dudas.

“Lo importante no es lo que ellos nos hicieron, sino lo que nosotros hagamos con lo que ellos nos hicieron”, escribió hace ya algunos años el filósofo, escritor y dramaturgo Jean Paul Sartre. Quizá sea una frase muy idealista, pero desde que la escuché me la repito siempre porque creo que cada uno de nosotros, los mexicanos, podremos ayudar a cambiar nuestra realidad nacional con lo mejor que tengamos, con lo mejor que hagamos, con lo mejor que seamos.