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Quizás la realidad no ha sido suficiente, no ha rendido lo que tenía que rendir…
¿Entonces cuál es la salida?

Otro mundo…otro muy ajeno a este, a sus debilidades, a sus ínfimos sustentos de cordura.

Lo único que puede salvar al hombre de su sentido de separatidad, de eso que lo hace único e irrepetible y que por ende los separa de los demás, es sencillamente el amor. Así define Fromm la salvación del hombre ante su propio universo.

Ben X, la historia de alguien que posee esa soledad enclaustrada en el cuerpo, en la mirada en todo aquello que calla y respira. Una película que abarca esos momentos de quiebre y distanciamiento de un ser humano que busca el exilio y la culminación.

Un chico encerrado en su universo, donde solo tienen cabida las batallas medievales con monstruos legendarios, donde puede cruzar la obscuridad de inmensos bosques con la compañía de su doncella (o curandera), en donde él no es él, sino un ser ajeno, cubierto de armadura y con espada en mano.
Si todo fuera como un videojuego, la vida de Ben seria perfecta.