Por: Isaac Llopis. Publicado originalmente en La Libreta en blanco. (CC)
Ante la cita que todo el electorado tiene el próximo 20N con las urnas hay muchos posicionamientos diferentes. Entre ellos, los más curiosos son los que no quieren ir a votar. El argumento que se interpone como razón para no hacerlo es variable, dependiendo de si se trata de abstencionistas activos o pasivos, pero en cualquier caso el efecto es el mismo: un voto menos…
Probablemente si estás leyendo este blog sí que vayas a votar el próximo 20N, pero seguro que sabes a qué me refiero, porque probablemente también hables con amigos y familia (o con desconocidos en la calle, en el trabajo, en el bar…) y te encuentres con pensamientos como:
¿Por qué debería votar? Si la política no se preocupa por mí, ¿por qué voy a preocuparme yo por la política?
No voy a votar porque no estoy de acuerdo con el sistema, y es mi manera de mostrar mi rechazo, no participando en el sistema.
… o cosas similares. ¿Te suena? Incluso es posible que algunos de los lectores tengan esos argumentos en la recámara? Pues, querido lector, déjame decirte por qué deberías volver a revisar tus razonamientos y repensarte lo de votar el próximo 20N.
Si la política no se preocupa por mí…
Si eres de los que piensa que no hace falta que votes, porque pase lo que pase quien gobierne no se va a preocupar por tus problemas… ¡Mierda! ¡Tienes razón! Cierto es que el poder corrompe, y el dinero también, y el presidente (o la presidenta) de un país cualquiera siempre tiene ambas cosas. Pero, claro, aunque asumamos eso como una verdad universal, es un poco precipitado juzgar a todos los políticos por el mismo rasero.
Tú conoces cómo gobierna el PP, y conoces cómo gobierna el PSOE. Ya los hemos visto en más de una legislatura a lo largo de la historia democrática de nuestro país. ¿Pero conoces cómo gobierna el resto de partidos? Como mínimo les debemos, en justicia, el beneficio de la duda.
Y es que hay que empezar a diferenciar la política de los políticos. La política está en todas partes, es como Facebook. Por mucho que intentes no tener nada que ver con Facebook, no vas a poder evitar que un amigo tuyo suba una foto a Facebook, ni que la etiquete incluso aunque no estés en Facebook. No vas a poder evitar tener un correo electrónico, y tampoco que cada vez que un amigo se hace una cuenta en Facebook, te envíe una invitación. No vas a poder evitar que la gente hable de Facebook a tu alrededor. Por tanto, incluso aunque te niegues, Facebook acabará encontrándote, incluso aunque no tengas un perfil. ¿Y cómo vas a controlar qué publica en Facebook la gente sobre ti? ¿Qué vas a hacer si alguien te saca una foto que no te gusta y la hace pública? ¿Cómo vas a saber qué dicen en los comentarios? Al final acabarás con Facebook.
La política es como Facebook, no puedes huir de ella. Es posible que intentes convencerte a ti mismo (o incluso convencer a otros) de que como la política no se preocupa por ti, tú no tienes por qué preocuparte por la política. ¡Mentira! La política es todo. Cuando compras el pan, el IVA es política. Cuando conectas a Internet, los protocolos que se utilizan son política. Las empresas que en conjunto te posibilitan esa conexión son política. La relación entre ellas y sus trabajadores, son política. Tu contrato laboral (si eres de los que tienen uno) es política. Tu tarjeta de crédito o débito, y tu cuenta bancaria, son política. Todo eso está regulado por normas que se definen a mayor o menor nivel por los organismos de gobierno de cada territorio.
La política es la manera de definir las líneas entre los derechos propios y los ajenos y de definir las normas básicas de la convivencia y la cooperación en una sociedad. Hasta el derecho a poder entrar en tu casa (de nuevo, si eres de los que tienen suerte y la tienen), es política.
Y si eres de los que ni tienen trabajo, ni tienen casa… si eres de los que están marginados por la política… Piensa de nuevo. La política sigue ahí, marginándote. Pero eso no es por la política en sí misma. No vas a poder evitarla. La política va a seguir ahí, marginándote. Como Facebook va a seguir ahí, y la gente publicando fotos y comentarios. Pero puedes abrirte una cuenta y recibir una notificación cada vez que apareces en una foto o alguien te menciona en un comentario. Lo mismo puedes hacer con la política. La política está ahí, y si tú no haces nada por expresar lo que piensas sobre ella, no vas a evitar que los demás lleven la política a donde quieren. Puedes tener suerte y que eso te beneficie, o mala suerte y que te deje sin derechos. ¿Quieres correr ese riesgo? Y, cuando las cosas se pongan feas para ti, ¿qué argumentos vas a poner a tus quejas, si ni siquiera aprovechaste la oportunidad que la política te brindaba a expresarte?
En nuestro país, es cierto que la política excesivamente representativa nos deja a los ciudadanos poco margen de maniobra para expresarnos. Pero por poca que sea, hay que utilizarla. No vale tirar la toalla antes de tiempo. Si ni siquiera haces ese pequeño esfuerzo el 20N de salir a votar, ¿qué argumentos te quedan para decir que no te gusta el sistema? ¡Oh, sí…!
Yo no voto porque no creo en el sistema
Claro, es tu manera de protestar contra el sistema. Mira, sinceramente, el sistema tiene muchos fallos. En eso estoy de acuerdo contigo. Pero muchísimos. Pero voy a ponerte un ejemplo. Digamos que en tu casa tienes una fuga de agua. Eso es un fallo. Digamos que tienes una fuga de gas. Eso es otro fallo. Digamos que tienes goteras. Eso es otro fallo. Son muchos fallos. ¿Piensas hacer tu vida normal sin preocuparte siquiera por uno de ellos?
Lo lógico es que tomes alguna acción para solucionar los problemas, porque si no, los fallos de tu casa van a ir a más. La próxima vez que enciendas el calentador del agua podría explotarte la casa en la cara; la próxima vez que lloviese podría caerse parte del techo; tendrías hongos y humedad… o peor la casa encharcada… Los problemas irán a más si no haces nada.
Nuestra democracia tiene muchos problemas. Cuando la definimos nos parecía una maravilla, una utopía, algo genial. Normal, teniendo en cuenta de dónde veníamos. Eso de poder elegir cada cuatro años era una pasada. Pero con el tiempo nos hemos dado cuenta de que hay cosas que hay que cambiar. Y no me refiero precisamente a la birria de cambio que nos han colado en la Constitución. Sí, hay que cambiar la Constitución, pero en cosas más importantes que nos interesan a todos y no solo a Europa (o Alemania). Sí, hay que revisar las Leyes Orgánicas y permitir al pueblo escribir y aprobar Iniciativas Legislativas Populares de ese calibre. Entre ellas hay que revisar la Ley Electoral, que reparte los escaños de una manera que da vergüenza ajena…
Hay que cambiar muchas cosas en nuestra casa. ¿De verdad vas a quedarte viendo la tele? ¿Qué tipo de protesta es esa? “Mi casa se está hundiendo, pero como no estoy de acuerdo con que se hunda, no pienso hacer nada; sería como reconocer que es mi casa”. Es que es tu casa, ¡coño! Y no puedes evitar la política. Pero hay algo que sí puedes evitar, si quieres mojarte, claro…
Políticos no es igual a política
El gran problema que tiene la inmensa mayoría de los votantes es que confunden la política con los políticos. Estamos hartos de Rajoy y Zapatero. Y empezamos a estarlo de Rajoy y Rubalcaba. Cierto. Pero hay gente que tiene fe ciega en el uno y en el otro. Eso también es cierto. De hecho sabes (porque lo sabes) que lo más probable es que el 20N haya una abrumadora mayoría que de su voto a Rajoy. De hecho millones de españoles ya se lo dieron hace siete y tres años. Es concebible que se lo vuelvan a dar. Pero también habrá gente que se lo de por no dárselo al otro, a Rubalcaba.
Igualmente hay gente que está encantada con Rubalcaba. No lo niegues. Hasta si te pareciese la encarnación del Demonio, sabes que hay gente que piensa diferente. Es la esencia de la democracia. Todos podemos pensar lo que queramos y expresarlo libremente. E incluso intentar convecer a otros. Aunque no tengamos argumentos para defendernos. La política (no los políticos) nos permite saber que eso hay que respetarlo. Es lo que llamamos “libertad de expresión”.
Pero si sabes que va a haber millones de votos para uno y para otro, y no te hace gracia ninguno de los dos porque eres de los que no está de acuerdo con el sistema, ¿de verdad vas a dejar que el sistema decida por ti? Porque sabes que es lo que va a hacer si no haces nada.
Como te digo, estoy de acuerdo en que el sistema tiene sus fallos, pero también te deja un resquicio para que lo soluciones. Y tienes tres opciones:
1) No hacer nada: Básicamente se trata de hacer lo que pensabas hacer. Pero, ¿con qué cara vas a mirar a la gente y decirles “no voté porque no estoy de acuerdo con el sistema”? Que tú no estés de acuerdo con el sistema no significa que el sistema no esté de acuerdo contigo. Es más, el sistema se cura en salud diciendo que te dejó votar. Si tú no lo hiciste, es tu problema. ¿Entiendes la lógica a la inversa?
2) Hacer algo: Eso incluye cualquier acción orientada a cambiar las cosas que están mal en el sistema. Desde votar, que es la manera más simple y fácil, porque es la que te ofrece el propio sistema, hasta salir a la calle a quejarte, montar tu propio partido o asociación, presentarte tú, promover iniciativas populares, mover mentes en la calle, Internet, en tu casa, en el trabajo… pero lo más básico es utilizar el único resquicio que te deja el propio sistema para cambiarlo.
3) Huir: Pero eso no te saca del sistema. El sistema te perseguirá donde vayas. Ya sabes, como Facebook. Seguirás teniendo que ir a comprar el pan, seguirás necesitando una casa, un trabajo. Incluso si te vas a un lugar perdido en las montañas a cultivar tu propio jardincito, y tu propia comida, y a cuidar tus vacas o tus cabras, cuando las vacas del vecino se coman tus coles, o cuando tengas que comprar materiales para reparar el techo de tu casita… Vas a necesitar al sistema, porque no vas a poder evitar al ser humano eternamente. Y la política está allí donde hay más de un ser humano.
Tú verás qué haces, pero yo te recomiendo que aproveches toda oportunidad para cambiar un sistema que no te gusta. Que votes no significa que el sistema te guste. Significa que vas a utilizar todos los medios a tu alcance (tanto los que te ofrece el sistema como los que no) para cambiarlo, sea desde dentro o desde fuera. Porque el objetivo es cambiarlo como sea. Por eso, votarás el 20N, y votarás a alguien que quiera cambiarlo desde dentro. Aunque sea a Ciudadanos en Blanco, para que, si es posible, en las próximas elecciones la abstención activa sí cuente. Pero también seguirás quejándote y tratando de convencer a más gente en la calle, en tu familia, en el trabajo…
El sistema va a tener en cuenta tu abstención para absolutamente nada. Pero un voto dado a cualquiera que no sea el bipartidismo nacional es un voto que compensa el voto borreguil de los que siguen pensando que el binomio PP/PSOE tiene la solución a los problemas de este mundo. No te digo que votes a cualquiera, pero sí que, entre los que se presentan, votes al que más represente tu idea de cambio, para que el sistema no tenga más remedio que escuchar tu voz y la de muchos otros como tú.
Entre todos podemos cambiarlo, desde fuera y desde dentro. #votaaotros