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El laberinto egipcio festeja un golpe cívico-militar

Abordar la problemática política egipcia de estos dos últimos años resulta una tarea faraónica y compleja por su intrincado laberinto socio-político, financiero e ideológico.

Por Fernando Casares*

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Vista áerea de la Plaza Tahrir en la reciente revuelta que derivó en el golpe civico-militar: @Egytpocracy

En el marco de la llamada “primavera árabe”, como movimiento de rebelión ciudadana gestada en el Norte de África y extendida luego a otros países árabes y musulmanes, la Plaza Tahrir en El Cairo ha sido modelo de exportación y mirada atenta de todos los actores políticos y económicos a nivel global.

Un modelo de manifestación ciudadana masiva con no pocas contradicciones internas de orden político e ideológico (algunas históricamente opuestas) además de sospechas del mismo modelo como fenómeno “controlado” de descontento civil. Un nuevo actor de presión se abrió paso contra los “vicios” hereditarios y anquilosados de los partidos políticos, las democracias reales y los Dictadores, protagonistas y gestores de los ingentes recursos públicos de los Estados en un mundo cada vez más contradictorio, económicamente más competitivo y de una acelerada reducción de la tasa de ganancia del gran Capital.

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Relación del aumento en el precio de los alimentos y el nacimiento de las revueltas en países árabes. imagen extraída del estudios “The Food Crises and Political Instability in North Africa and the Middle” de el New England Complex Systems Institute

 

Para entender a Egipto, primero debemos entender lo que llamamos “primavera árabe”. Y para entender a esta última, debemos entender necesariamente la crisis financiera global, la escasez de recursos, el aumento de la población mundial y la esperanza de vida, la destrucción de los Estados-Nación y el cada vez más protagónico papel de las potencias emergentes en este nuevo escenario de reordenamiento geoestratégico global y económico.

“El canto de la libertad”: el modelo de la Primavera Árabe

¿Cómo entender Egipto sino? ¿Cómo entender que los mismos que ayer apoyaban férreamente al dimitido Mubarak, luego hayan apoyado a los Hermanos Musulmanes y ahora los hayan destituido tras un golpe de Estado militar con el apoyo de este descontento original ciudadano que también votó en buena parte a los Hermanos Musulmanes?

¿Cómo entender sino los apoyos financieros y políticos externos a unos y otros al mismo tiempo si no entendemos que se está gestando en la zona un nuevo reordenamiento geoestratégico y hegemónico que mantenga intocables a los EEUU e Israel? Cambiar, para no cambiar nada. Ir probando, financiar a todos al mismo tiempo, ver qué sucede, apoyar y dejar de hacerlo. Hasta que todo cuaje y nada cambie en la esencia.

Arabia Saudita, el gran demonio del mundo árabe, apoyaba financieramente a Mubarak, al igual que EEUU, ambos también aliados en la zona. Sin embargo EEUU soltó la mano del dictador egipcio y presionó más tarde para que dimita. Asumieron luego, bajo elecciones democráticas, los Hermanos Musulmanes  apoyados financieramente por Qatar y Turquía, aliados también de EEUU y bajo la veña de este último y solapadamente de Israel. Hermanos Musulmanes muy mal vistos por Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, al igual que Qatar, competidor en la zona de la hegemonía saudí. Y sin embargo, tanto Qatar como Arabia Saudita y también Turquía seguirían siendo aliados de EEUU y subrepticiamente de Israel, país que ejerce un terrible apartheid, colonización y violencia sistemática contra los palestinos, sobre todo en la Franja de Gaza. Franja palestina gobernada por Hamas, fiel aliado de Qatar, la Turquía de Erdogan y los Hermanos Musulmanes. Y como si esto fuera poco, todos ellos apoyando de manera directa o indirecta a los “islamistas y mercenarios rebeldes sirios” a los que combate la propia Hezbolah, amiga íntima de Siria, Irán y la resistencia palestina y enemiga de Israel y EEUU.

¿Quién entiende todo esto? Quizás, sin idealismos y comprendiendo la Historia en color y no en blanco y negro, podamos darnos cuenta que la única certeza es que no existen las certezas, somos profundamente contradictorios y heterodoxos.

¿Qué quedará entonces de los símbolos e ideales de cambio que protagoniza la Plaza Tahrir desde hace dos años?

Quizás, como una broma macabra, haya que añadir que la misma ha sido y sigue siendo un entramado tan heterogéneo y contradictorio, como incapaz de cambiar mucho de momento. Que, como una utopía, nos viene bien para seguir caminando y dar constancia de un motor de cambio que sigue estando allí, que no cesa, que no muere, que no podrán borrar de la Historia.

Porque la Historia es dinámica y elástica… y en ella debemos seguir confiando.

*Fernando Casares es periodista y analista experto en temas del cercano oriente. Es colaborador de medios como Russia Today e HispanTV. Puedes conocer su trabajo en su sitio web El Julepe. Colaboración especial para #YoSoyRed