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Califican de “desgarrador”informe sobre crímenes de guerra de fuerzas especiales australianas en Afganistán

Veinticinco miembros del Ejército enfrentan cargos por 39 muertes

Afghan Files- Four Corners video 16 March 2020 ‘Killing Field’ screenshot

Captura de pantalla del programa Four Corners de la Australian Broadcasting Corporation emitido el 16 de marzo de 2020. Vídeo “Killing Field“.

Un informe publicado el 19 de noviembre sobre los supuestos crímenes de guerra perpetrados por las fuerzas especiales en Afganistán ha dejado estupefactos a los australianos. Desde 2001, Australia tiene tropas en Afganistán que forman parte de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad. En diciembre de 2013 se retiraron las tropas de combate, y actualmente quedan 400 entrenadores y consejeros en el país asiático.

A pesar de las historias en la prensa y los abundantes rumores sobre el mal comportamiento de las tropas, el informe sobre la investigación en Afganistán se ha descrito como una bomba espantosa.

La investigación ha sido dirigida por Paul Brereton, juez y teniente general del Ejército en la reserva. La investigación independiente, encargada por el inspector general de las Fuerzas Australianas de Defensa (FAD), revisó más de 20 000 documentos y 25 000 imágenes, y entrevistó a 423 testigos. Se examinaron en detalle “57 incidentes y problemas de interés”.

La investigación sigue al análisisde  2016 de la cultura de las fuerzas especiales realizada por la socióloga militar Samantha Crompvoets. La investigación de Crompvoets fue encargada por las FAD en 2015, después de que circularon rumores entre las fuerzas especiales sobre crímenes de guerra. La investigación descubrió que se había producido “aplicación ilegal de violencia en operaciones, desprecio de la vida y la dignidad humana y la ocasional percepción de una completa falta de obligación de responder por las acciones”. El análisis tiene una lista exhaustiva de informes de los medios sobre las operaciones especiales en el extranjero de 2000 a 2015, pero terminó antes de las sensacionales revelaciones de los archivos afganos de 2017 previamente mencionados. El análisis de Crompvoets no documentaba incidentes específicos. Brereton se ayudó de artículos de medios en su investigación, pero no se detallan específicamente en su informe.

Paul Delaney, perodista de The Guardian Australia, resumió los antecedentes y conclusiones del reciente informe:

For more than four years, the Maj Gen Justice Paul Brereton has investigated allegations that a small group within the elite Special Air Services [SAS] and commandos regiments killed and brutalised Afghan civilians, in some cases allegedly slitting throats, gloating about their actions, keeping kill counts, and photographing bodies with planted phones and weapons to justify their actions.

Durante más de cuatro años, el teniente general y juez militar Paul Brereton ha investigado las acusaciones de que un pequeño grupo de élite de los Servicios Especiales del Aire (SAS) y regimientos de comandos presuntamente mataron y maltrataron brutalmente a civiles afganos, degollando, presumiendo de sus actuaciones, llevando una cuenta de las muertes y fotografiando cadáveres a los que habían colocado teléfonos y armas para justificar sus acciones.

Estas son algunas de las conclusiones del informe Brereton:

39 afganos fueron asesinados y otros dos tratados cruelmente entre 2009 y 2013. Veinticinco miembros o exmiembros de las FAD están implicados en uno o más de los 23 incidentes identificados.

Las muertes no se produjeron “bajo presión ni en el fragor de la batalla”.

Mandos de patrullas exigieron a soldados que dispararan a un prisionero para “su primer muerto”, práctica llamada blooding (sangrado). Los mandoseran suboficiales.

El grupo de operaciones especiales llevaba habitualmente armas para colocar cerca de los cadáveres con el fin de justificar las muertes.

Esta captura de pantalla es un ejemplo de la cruda naturaleza del informe. En la imagen se han ocultado nombres y otros detalles:

Captura: extracto del informe Brereton (página73). El texto dice:
Existe información creíble de que [] 2020 y siguientes:
* [] mató deliberada e ilegalmente a un afgano [] que estaba controlado, desarmado y no suponía ninguna amenaza, le disparó.
* [] colocó un [] junto al cuerpo de [] con la intención de exponer imágenes sensibles que hicieran pensar falsamente que [] estaba en posesión de [] cuando sucedieron los hechos, con el fin de ocultar que estaba fuera de combate y de crear la falsa apariencia de que era un combatiente y confundir futuras investigaciones.
* [] borró fotografías sensibles del lugar tomadas por [] que mostraban a [] y las sustituyó o causó la sustitución en los registros oficiales de otras fotografías, que mostraban [] con el fin de destruir evidencia incompatible con una explicación inocente de la muerte de [].
* [] deliberada e ilegalmente mató, o intentó matar a [] afgano [], cuando [] bajo control y desarmado, y no representaba peligro alguno, le disparó [].

La Policia Federal Australiana (PFA) ha recibido información sobre incidentes que implican a 19 personas para su investigación criminal, que puede resultar en imputaciones por asesinato.

El informe también explora si la aceptación de una “cultura del héroe guerrero” fue un factor añadido. Un ejemplo de esta cultura tóxica apareció en septiembre de 2020 cuando una cuenta de Instagram gestionada por soldados de las fuerzas especiales en activo o en la reserva bromeó con acusaciones de crímenes de guerra. Muchos australianos mostraron su consternación en los medios sociales:

La cuenta Instagram de las fuerzas especiales australianas se burla de las acusaciones de crímenes de guerra, llama a “Hacer que los excavadores vuelvan a ser violentos”.
Soldados actuales y antiguos de las fuerzas especiales australianas gestionan una cuenta de Instagram que se burla de las denuncias de crímenes de guerra supuestamente cometidos por sus camaradas en el Afganistán
.
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Estos soldados NO representan a MI Australia. Me ponen enfermo. Los quiero FUERA. La cuenta de Instagram de las fuerzas especiales australianas bromea con alegaciones de crímenes de guerra, llama a “hacer a los diggers violentos de nuevo” [digger: en jerga militar, soldados de Australia y Nueva Zelanda]

El informe ha dominado los medios sociales. La abogada de derechos humanos afgano-australiana Diana B. Sayed publicó este comentario en Twitter:

La Asociación de Abogados Australiano-Afganos expresa profunda preocupación por los hallazgos del informe del inspector general de las Fuerzas Australianas Defensa.
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Esperamos que esto conduzca a hacer justicia y a asumir responsabilidades por los afectados por estos supuestos delitos y que inicie un proceso de curación en un país que ha sufrido una prolongada historia de guerra.

En Afganistán ha habido “sorpresa e indignación“. Hadi Marifat, director ejecutivo de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Afganistán, señaló las consecuencias para otros países:

Declaración de prensa del inspector general de las Fuerzas Australianas Defensa sobre presuntos crímenes de guerra de las Fuerzas Australianas en Afganistán. Pedimos proceso [para los responsables] y atención a las víctimas.
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Violencia atroz como la de los crímenes de guerra no puede ocultarse eternamente, por más que se intente, como muestra el caso australiano. Debería ser una lección importante también para otros países.

La intención mostrada por el Gobierno australiano de pagar una compensación a las familias de las víctimas en Afganistán ha sido bien acogida.

No obstante, no todo el mundo acepta las recomendaciones del informe:

Enviamos a nuestras fuerzas especiales a luchar una guerra sucia en Afganistán y se adaptaron a ese entorno. No demos la espalda a los hombres que lucharon en esa guerra mientras políticos y abogados permanecían sentados en sus cómodas oficinas. Cambiemos el entrenamiento si es preciso, pero no culpemos a los guerreros.

El informe no encontró “evidencias de que existiera conocimiento o una imprudente indiferencia por parte de los mandos de tropas/pelotones, escuadrones/compañías o en los grupos de trabajo de los cuarteles, y mucho menos en niveles más altos de la cadena de mando”.

En un artículo en The Conversation, la veterana periodista Michelle Grattan cuestionó cómo es posible que no se supiera nada en instancias superiores de la cadena de mando.

If senior officers did not pick up gossip and whispers, surely they should have been enough aware of the broad special forces culture to know that extensive checks should be in place to guard against the ever-present threat of misconduct.

Si los altos cargos no oyeron chismes y susurros, sin duda debieron hacer sido conscientes de la extendida cultura de las fuerzas especiales como para saber que debían ponerse en marcha controles extensivos para evitar la omnipresente amenaza de mal comportamiento.

El doctor y soldado retirado Julian Fidge cree que la cultura del liderazgo militar conduce a que los niveles más altos no se hagan responsables:

Publican informe de investigación sobre crímenes de guerra de fuerzas especiales australianas.
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Esto es lo que sucede cuando tus líderes están mal elegidos y mal formados por oficiales que también han sido mal elegidos y mal formados. Nuestros líderes militares carecen de solidez y calidad, tanto que ninguno dimitirá. No aceptan culpas.

Una consecuencia potencial del reciente informe afecta a Ben Roberts-Smith, exintegrante del Regimiento de Servicio Aéreo Especial, condecorado con la más importante medalla militar de Australia, la cruz Victoria. El tribunal le ha ordenado que entregue documentos de la investigación Brereton. Estos documentos revelarán si está involucrado como sospechoso. Su antiguo escuadrón del Regimiento de Servicio Aéreo va a ser desmantelado como resultado del reciente informe. Roberts-Smith ha demandado a varios periódicos por difamación.

Delatores y medios

Entre 2014 y 2015, el abogado del Ejército australiano David McBride filtró información sobre crímenes de guerra en Afganistán a la Australian Broadcasting Corporation (ABC). Hay un proceso penal pendiente contra McBride, pero numerosas voces exigen que se retiren los cargos:

Si el coraje moral importa, este informante necesita que lo defiendan.
La valentía del informante David McBride no garantiza la condena de las Fuerzas de Defensa Australianas sino su gratitud
.
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“Han sido informantes como McBride (…) los que hicieron posible el informe Brereton por negarse a aceptar las intimidaciones para silenciarlos (…) No merecen ir a la cárcel”. Si importa la valentía moral, este informante merece que lo defiendan.

No obstante, los fiscales federales no van a continuar con los cargos contra el periodista de ABC Dan Oakes, puesto que no es en interés público. Oakes ayudó a exponer documentos secretos de las fuerzas de defensa filtrados a la ABC en 2017 (conocidos como Archivos afganos), y también fue uno de los periodistas sometidos al registro policía federal a la ABC en junio de 2019.

El jefe de las Fuerzas Australianas de Defensa, Angus Campbell, ha sido acusado de hipocresía:

Mientras Angus Campbell dice que la gente debería “denunciar” si son testigos de crímenes de guerra, él se desentiende del tratamiento que se da a informantes como David McBride o a periodistas como Dan Oakes, que intentaron revelar la verdad sobre lo que las tropas australianas hicieron en Afganistán.

Colin Hocking culpa a la Policía federal y al primer ministro Scott Minister por la persecución a los medios:

Felicitaciones a mis estimados colegas Mark Willacy, Daniel Oakes, Alexandra Blucher, Samuel Clark y otros al mando de by Jo Puccini por sus investigaciones completas y valientes sobre Afganistán durante años.
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Hoy, la Policía federal y el primer ministro deberían agachar la cabeza avergonzados por los registros en ABC y de que la Policia Federal Austrailana quisiera registrar las huellas dactilares de Dan Oakes y Sam Clark, periodistas de ABC que escribieron sobre las actividades de soldados de las fuerzas especiales australianas en Afganistán.

En términos más generales, las ramificaciones de estos alarmantes sucesos seguirán teniendo repercusiones durante años, sobre todo las acusaciones penales.

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Publicado originalmente en: Global Voices (Creative Commons)
Por: Lourdes Sada el día 1 December, 2020