Once de la mañana. Frente a las puertas del imponente edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se agrupan expectantes cientos de miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). Muchos otros van llegando desde todos los extremos de la ciudad y desde otros estados. Gerardo viene desde Zumpango (Estado de México), a dos horas y media del Zócalo y a una distancia de ochenta pesos de ida y ochenta más de vuelta. En las próximas horas, los ministros de la SCJN se pronunciarán sobre la constitucionalidad del decreto de extinción de la empresa paraestatal “Luz y Fuerza del Centro”. Los electricistas esperan su sentencia bajo un sol de plomo. Algunos se resguardan bajo un paraguas. Quedan todavía casi 18.000 trabajadores en resistencia, además de 22.000 jubilados que prestan apoyo moral y económico.
Gerardo recibió, como muchos otros, un sms requiriendo su asistencia frente a la SCJN. Los mensajes de texto se han revelado cruciales en la lucha de un sindicato capaz de movilizar a miles de personas a través de una simple frase que salta de celular en celular, se expande y recorre cientos de quilómetros en pocos segundos. Internet –explica Gerardo- no es una buena opción: muchos electricistas, sin trabajo desde hace ocho meses, ya no disponen de este servicio. Tampoco de línea de teléfono fija, por el mismo motivo. Sólo de un celular, y a veces sin saldo: suficiente, sin embargo, para recibir la noticia y hacer correr la voz entre los vecinos. La noticia de que la SCJN va a revisar hoy la constitucionalidad del decreto de extinción de LyFC ha corrido como la pólvora entre los electricistas. Por teléfono, de viva voz o a través del periódico, los electricistas han acudido al llamado de su sindicato.
Por teléfono, de viva voz o a través del periódico, los electricistas han acudido al llamado de su sindicato.
Los huelguistas de hambre escuchan también la decisión de la SCJN
Una del mediodía. En el interior de la carpa, veintitrés huelguistas de hambre batallan con un ordenador portátil con débil señal de internet para captar el video en directo de lo que ocurre en el interior de la SCJN –que se halla, de hecho, a quinientos metros de distancia-. Finalmente, alguien lo logra. El audio del video comienza a escucharse a través de los altavoces del recinto. Algunos electricistas se acercan a escuchar. Poco a poco, las enrevesadas palabras de los ministros van adquiriendo sentido. Algunos huelguistas cierran los ojos, mareados. Otros hunden la cabeza entre sus manos.
Un silencio espeso se instala sobre la carpa. Solo las voces de los ministros, demoledoras, rompen la quietud. Con sorprendente unanimidad votan los ministros la constitucionalidad de la extinción de la empresa paraestatal. El artículo 16 de la Constitución no ha sido violentado. El Congreso dio la orden de crear la paraestatal, y el Ejecutivo la creó. Por lo tanto –afirma la Corte- debe entenderse que fue el Ejecutivo –y no el Legislativo- quien de hecho creó la empresa, ergo es el Ejecutivo quien está facultado para desmembrarla. Fin de la cuestión.
El Congreso dio la orden de crear la paraestatal, y el Ejecutivo la creó. Por lo tanto –afirma la Corte- debe entenderse que fue el Ejecutivo –y no el Legislativo- quien de hecho creó la empresa, ergo es el Ejecutivo quien está facultado para desmembrarla. Fin de la cuestión.
Los diez minutos más largos del mundo
Dos del mediodía. Los miles de electricistas que aguardan bajo el sol han recibido la noticia. Ha corrido de boca en boca y de oreja en oreja. Durante diez larguísimos minutos el silencio más ruidoso del mundo se instala sobre esta pequeña sección del universo. ¿Es miedo, incredulidad, desespero? Y luego, poco a poco, la sangre vuelve a las mejillas de los electricistas, la vida regresa a sus corazones y ellos parecen mirarse unos a otros como quien busca cerciorarse de que aún no ha muerto. Más tarde, su líder, Martín Esparza, subirá al estrado, y entonces comprenderán que –a pesar del susto- todavía no están muertos. Un cartel muestra tres enormes palabras dirigidas a los ministros que, desde algún lugar en el interior de la Corte, tal vez espíen esta triste escena. Dice: Tengan Dignidad Señores.
Martín Esparza: “Estamos vivos hasta las últimas consecuencias”
Foto: Jesús Villaseca Pérez y PateandoPiedras