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Insuficiencia renal crónica afecta a uno de cada diez salvadoreños, incluidos niños

Niños con insuficiencia renal crónica sufren más en la pandemia

Padres de niños con insuficiencia renal crónica reciben vitaminas y suministros. Foto de la Fundación Iris Violeta.

Según un estudio revisado entre pares de 2019 en MEDICC, la “insuficiencia renal crónica ha llegado a tener proporciones epidémicas en El Salvador”. La cantidad de personas afectadas por esta enfermedad silenciosa es abrumadora: es la segunda causa de muerte en hombres y la tercera causa de mortalidad hospitalaria en adultos. Un informe de 2017 del Ministerio de Salud de El Salvador reveló que para 2014 y 2015, el 12.6 % de la población sufrió insuficiencia renal crónica.

Aunque uno de tres hombres mayores de 60 años tiene insuficiencia renal crónica, no son los únicos afectados. La cantidad de niños afectados por esta enfermedad está aumentando y los obstáculos que enfrentan para recibir tratamiento han empeorado durante la pandemia de COVID-19.

Entre 2014 y 2018, se registraron 1833 casos de menores con fallo renal en el Ministerio de Salud. La capital, San Salvador, y San Miguel, al este del país, fueron las municipalidades que informaron de más casos.

El nefrólogo Salvador Magaña, que ejerce su profesión en la municipalidad de San Miguel, destacó que los más jóvenes no tienen un control estricto en sus hábitos alimenticios. Por lo tanto, ante altas temperaturas y calor sustituyen el agua con otros productos que podrían desencadenar insuficiencia renal crónica. Más de un millón de salvadoreños, una sexta parte de la población, tienen poco aceso a agua potable.

“A la mayoría de personas, por diferentes motivos, les resulta más fácil ir a comprar una soda en lugar de tomarse un vaso de agua”, dijo Magaña

Niño con enfermedad renal. Foto de la Fundación Iris Violeta, usada con autorización.

Los niños y adolescentes con esta enfermedad deben pasar por tratamientos de hemodiálisis cada mes, lo que les deja vulnerables y débiles. Además, estos niños enfrentan otras dificultades, como usar el defectuoso sistema de salud salvadoreño.

“Una vez establecida, la enfermedad tiene a progresar hasta llegar a ser enfermedad renal crónica o enfermedad renal de etapa final, que requieren costosas terapias de reemplazo renal (diálisis) o transplante de órganos”, según el estudio mencionado. “Si no se hacen estas intervenciones, la muerte es inevitable”.

La pandemia de COVID-19 ha empeorado las dificultades de estos menores para acceder a servicios de salud pública, sobre todo para quienes viven en pobreza.

El transporte público, que la mayoría de familias usa para ir y volver al hospital, quedó cerrado por muchas semanas por las medidas por el COVID-19. Además, los hospitales funcionaban con menos personal pues gran parte del personal médico se contagió de COVID-19. Ambos factores impactaron en el acceso al tratamiento de la enfermedad renal crónica.

Uno de estos niños es Carlos Daniel Gonzalez, que ha recibido tratamiento para la enfermedad renal crónica en un hospital público infantil en San Salvador desde que era muy pequeño. Pero desde que cumplió 20 años, él y su familia lo han tenido difícil para encontrar otro hospital estatal que pueda brindarle el tratamiento que necesita. Carlos no puede pasar una semana sin tratamiento. Muchos hospitales públicos en El Salvador carecen del equipo necesario y medicinas para el tratamiento de Carlos. Ir a un hospital privado le es financieramente imposible, según su madre, Esmeralda Fernandez, que habló con Global Voices vía WhatsApp.

Carlos Daniel Gonzalez. Foto de la Fundación Iris Violeta, usada con autorización.

Otilia Sorto Fuentes de la Fundacion Iris Violeta de Estados Unidos dijo a Global Voices por teléfono:

In a private hospital, each treatment costs US$125, Carlos needs two per week, which ends up being 8 per month. How can his family afford to pay US$1,000 a month in a country where the monthly minimum wage is about US$300. It is just not possible!

En un hospital privado, cada tratamiento cuesta 125 dólares. Carlos necesita dos por semana, un total de ocho al mes. ¿Cómo podría su familia afrontar el pago de mil dólares al mes en un país donde el sueldo mínimo es cerca de 300 dólares. ¡Es simplemente imposible!

La Fundacion Iris Violeta brinda asistencia a familias con menores con fallo renal en El Salvador. Cada mes, la fundación da vitaminas a niños y cualquier otra ayuda que pueden pagar. Según Fuentes, la cantidad de niños con insuficiencia renal crónica ha empeorado en los últimos años.

Los niños con insuficiencia renal crónica deben tomar medicinas o vitaminas que los ayude a enfrentar los efectos secundarios del tratamiento. El costo de estos suplementos excede los 75 dólares al mes, lo que puede considerarse un lujo para las familias con dificultades financieras.

Esmeralda Fernandez dice:

Es una lucha lidiar con todo lo que hay que hacer. Si Carlos no se siente bien, tenemos que pagar transporte privado para ir al hospital, algo que no es barato. Además, no podemos llevarlo al hospital local si necesita tratamiento de inmediato; ellos no tienen el equipo necesario. Somos pobres, por lo que lidiar con todas estas dificultades financieras no es fácil.

Francis Zablah, diputado del departamento de La Libertad de la Asamblea Legislativa de El Salvador, dijo a Global Voices vía Twitter:

Se tiene que descentralizar y dar el servicio en cada departamento. Pero, en mi opinion, la pandemia no ha dado lugar ha esta administración a revisar ese problema.

Por lo general, las personas con tendencia a insuficiencia renal crónica tienen hipertensión y diabetes. De todas maneras, más y más personas en todo el mundo, en este caso El Salvador, tienen insuficiencia renal crónica debido a exposición a agroquímicos y deshidratación.

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Publicado originalmente en: Global Voices (Creative Commons)
Por: Gabriela Garcia Calderon Orbe el día 25 November, 2020

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