Pasó el tiempo y el joven Canek fue invitado a la fiesta de bodas de Sac-Nicté. Ahí un pequeño consejero le dijo que la joven lo estaría esperando entre flores verdes; que sería necesario luchar por ella, antes de que el destino actuara en su contra.
El día de la boda, mientras todos los invitados danzaban alegres, Canek llegó con sesenta de sus guerreros principales y subió al altar donde ardía el incienso y cantaban los sacerdotes.
Llegó Canek con el signo Itzá sobre el pecho: ¡Itzalán!, ¡Itzalán! gritaban como en campo de combate, y en el instante, arrebató a la princesa de los testigos.
Ulil enfurecido se levantó en armas. La guerra se había desatado: Mayapán y Uxmal contra el Itzá.
Aunque el reinado de Mayapán había terminado, los itzaes dejaron sus casas y templos de Chichen Itzá, abandonando la ciudad llorando.
Delante de los hijos de Itzá iba el rey Canek, caminando por los senderos a lado de Sac-Nicté.
Aunque se salvaron los itzaes, los ejércitos de Uxmal y Mayapán encontraron ecos en los palacios y templos vacíos. Chichen Itzá quedó muerta, pues su pueblo había sido abandonado.
Vía Sol de Toluca