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Moldavos eligen a su primera presidenta

Maia Sandu venció a Igor Dodon en la segunda vuelta del 15 de noviembre.

Presidenta electa de Moldavia, Maia Sandu, en video de campaña del 12 de noviembre. Imagen de la página de Facebook de Maia Sandu.

Maia Sandu será la primera mujer en presidir Moldavia tras su arrasadora victoria en las elecciones del domingo 15 de noviembre.

Según cifras preliminares de la Comisión Central Electoral de Moldavia, Sandu tuvo el 57.7 % de los votos, contra el 42.3 % del actual presidente, Igor Dodon. Sandu, execonomista del Banco Mundial, postuló con una plataforma anticorrupción, atrae inversión a uno de los países más pobres de Europa, reforma del sistema judicial y lleva transparencia a su política llena de escándalos.

Este fue su segundo duelo. Dodon, afiliado al Partido Socialista (PSRM) se convirtió en presidente en 2016, tras superar a Sandu con un 5 % de los votos. Dodon, que alardea de sus credenciales proclives a Moscú, prometió “estabilidad” y alabó de unos lazos económicos más estrechos con Moscú. A Sandu, que también lidera el Partido de Acción y Solidaridad (PAS), se le considerada más proeuropea.

Los observadores extranjeros suelen considerar todas las elecciones moldavas como elecciones geopolíticas, incluso civilizatorias, entre Rusia y Europa. Pero para muchos votantes, la prioridad es económica. En cualquier caso, el país está profundamente entrelazado con ambas circunstancias: Moldavia realiza la mayor parte de su comercio con la Unión Europea, con quien firmó un acuerdo de asociación en 2014. Mientras tanto, los soldados rusos y el dinero ruso garantizan las cosas en Transnistria, autoproclamada república que ocupa una franja de tierra en la orilla izquierda del río Dniester.

Cientos de miles de moldavos se han dirigido hacia el este y cada vez más hacia el oeste en busca de perspectivas económicas que su país no puede ofrecerles. En un país con una de las tasas de despoblación más altas del mundo, los ciudadanos en el extranjero tienen una influencia desmesurada en las elecciones.

Sandu recibió más de 948 000 votos; el mayor número de votos emitidos por cualquier candidato presidencial en la historia de Moldavia. Muchos de estos votantes eran moldavos en el extranjero, especialmente en la Unión Europea. Las siguientes escenas en un colegio electoral en Alemania indican que los emigrantes no son ambivalentes con la política de su país:

Esta es la fila de los moldavos que esperan para votar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de hoy, en un colegio electoral en Alemania. La elección es entre el presidente prorruso y su rival proeuropea.

Su participación se ha visto cargada por el alcance de ls reciente agitación política moldava.

En 2014, se desviaron mil millones de dólares de tres bancos locales con la connivencia de políticos influyentes. El escándalo enfureció a la opinión pública y provocó la caída del ex primer ministro Vlad Filat, uno de los hombres más poderosos del país. A partir de entonces, la política de Moldavia estuvo dominada por el oligarca Vlad Plahotniuc. Una sucesión de gobiernos de coalición nominalmente proeuropeos liderados por el Partido Democrático (DPM) de Plahotniuc se enfrentó al PSRM prorruso y a un grupo de partidos contra Plahotniuc pero proeuropeos, uno de los cuales estaba liderado por Sandu. En 2018 la Unión Europea declarado a Moldavia un Estado “capturado por intereses oligárquicos”.

Después de las elecciones parlamentarias inconclusas de marzo de 2019, el gobierno de Plahotniuc se derrumbó y él huyó del país, lo que dejó al PSRM y a Sandu para formar un gobierno de unidad para la “desoligarquización”. Sandu fue primera ministra por unos meses, antes de que ese gobierno cayera también en noviembre de 2020 a manos de un voto de desconfianza del PSRM y algunos de los restantes diputados del DPM.

Un segundo mandato para Dodon podría haber sido una oportunidad para que el PSRM consolidara su ya considerable influencia en la política moldava.

Si la elección de Sandu es un obstáculo para ese objetivo, puede no ser insuperable. Con algunas excepciones, como el nombramiento del primer ministro y la convocatoria de referendos nacionales, la presidencia de Moldavia es en gran medida un cargo ceremonial. Sin embargo, es un cargo destacado y permite a su titular fijar el tenor del debate político. Si estos gestos chocan con la política del Gobierno, el presidente puede convertirse rápidamente en un verdadero dolor de cabeza para los gobiernos de turno, como descubrió la coalición liderada por el DPM tras la elección de Dodon.

“La victoria de Maia Sandu representa una doble venganza: para el gobierno derrocado en 2019 y para las derrota electoral en 2016. El éxito de Sandu no debe ser asumido como apoyo absoluto a su agenda política. Una gran parte de los votantes la quieren y apoyan a ella y al partido que la respalda. Pero un segmento más pequeño ha votado contra Igor Dodon y como otros líderes que no son Sandu, como Renato Usatîi o Ilan Shor”, explica Dionis Cenusa, analista político moldavo e investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Justus-Liebig de Giessen.

“Así que, en resumen, los votos para Maia Sandu de la segunda vuelta no están a la altura de su verdadera popularidad en este momento. Esto no significa que las cosas puedan cambiar si su presidencia obtiene buenos resultados”, dijo Cenusa a Global Voices.

Por lo tanto, el apoyo de Sandu provino de un grupo diverso, incluidos sus competidores de la primera ronda, los políticos liberales y de centro-derecha Andrei Năstase y Dorin Chirtoacă, cuya política está asociada con la unificación con la vecina Rumania, posición que no les gusta a los votantes prorrusos.

Esta vez, se les unió un aliado poco probable. Renato Usatîi, alcalde de Bălți, la segunda mayor ciudad de Moldavia, obtuvo el 10 % de los votos en la primera ronda. Usatîi encabeza Nuestro Partido, agrupación populista de oposición prorrusa cuya base se superpone en cierta medida con el electorado de Dodon. Pero cuando Usatîi no llegó a la segunda vuelta, pidió a sus partidarios que votaran “contra Dodon”.

Junto con la amenaza inminente del COVID-19, la participación de Usatîi distinguió fuertemente este voto de la carrera presidencial en 2016. Pero mucho permaneció igual, particularmente los puntos de discusión de los candidatos.

Ambas campañas acusaron a la otra de corrupción. El prominente político del PSRM Bogdan Țîrdea sugirió que los aliados de Sandu y los principales medios de comunicación independientes eran los agentes del multimillonario filántropo George Soros, mientras que la campaña de Sandu llamó la atención sobre una reunión subrepticiamente grabada en junio de 2019 entre Dodon y Plahotniuc.

Los materiales de campaña de Dodon provocaron algunas preocupaciones muy reales entre los votantes moldavos sobre la “optimización”, la reducción del sector estatal que el estilo de política de Sandu ha defendido. Sin embargo, el tono dominante era el de una guerra cultural: los folletos sugerían que la elección de Sandu rebajaría el ruso en Moldova, prohibiría la celebración pública de la derrota de la Alemania nazi por parte de la Unión Soviética y socavaría los valores cristianos ortodoxos al legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Proclamaron: “¡Moldavia tiene algo que perder!”

Esto obligó a Sandu a publicar un video de Facebook en ruso el 12 de noviembre en el que desestimó todas estas acusaciones.

Dodon ha sostenido que hubo fraude electoral a gran escala, pero aceptó el resultado de las elecciones. Ahora no tiene otra opción: el 16 de noviembre, el presidente ruso Vladimir Putin felicitó a Sandu por su victoria electoral.

En entrevistas recientes con medios de comunicación rusos, como TV Rain, Sandu ha reiterado su deseo de preservar los fuertes lazos con Rusia, aunque da nueva vida al acuerdo de asociación de 2014 con la Unión Europea. Dice que su prioridad fundamental con Moscú es restablecer las exportaciones moldavas a Rusia, que se han visto obstaculizadas por las malas relaciones de los últimos años.

Vladimir Soloviev, excorresponsal en Moldavia del periódico ruso Kommersant, escribe para el Carnegie de Moscú que el Kremlin podría incluso encontrar una lengua común con Sandu. El periodista sugiere que Rusia puede haberse dormido en sus laureles en los últimos años, y que se contentado con sentarse a esperar a que los sucesivos Gobiernos proeuropeos impopulares dañaran la credibilidad de la Unión Europea ante los moldavos de a pie. Pero mientras Moscú invertía sus esperanzas en un político, observa, Bruselas se había embarcado en un programa más amplio para recuperar esa confianza, reparando carreteras y reconstruyendo escuelas. Y a pesar de la aparente ayuda de los asesores de prensa del Kremlin para ayudar a Dodon, un vago llamamiento contra el cambio no era lo suficientemente atractivo.

El simbolismo de la victoria de Sandu no es trivial, sobre todo porque ha enfrentado un lenguaje machista, a los intentos de difundir falsedades sobre su vida personal y a las críticas de figuras religiosas por no estar casada hasta los 40 años. La esperanza es que la primera mujer presidente de Moldavia pueda establecer un nuevo tenor sobre la igualdad en la vida pública, lo que sin duda le permitirá el simbolismo del cargo.

De manera crucial, el papel también permitirá a Sandu convocar a elecciones parlamentarias rápidas, que ya ha declarado como prioridad. Lo que está en juego será aún más importante.

Revisa la cobertura especial de Global Voices de la agitación política de Moldavia

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Publicado originalmente en: Global Voices (Creative Commons)
Por: Gabriela Garcia Calderon Orbe el día 23 November, 2020

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