A lo largo de los años muchos se olvidan de un episodio histórico entre México e Irlanada, que tuvo que ver con unos héroes, los “San Patricios”, que defendieron a México durante la Invasión de Estados Unidos a México en 1847.
Quizá ahora pesa más la moda de los pubs que celebran el día del Santo Patrono de Irlanda y las promociones en los antros de moda, pero es erróneo afirmar que no tiene nada que ver ese nombre, esa fecha y México con Irlanda.
Aquí la historia del Batallón de San Patricio, para que no la olvidemos y tengamos una razón para celebrar y recordar este día con otra connotación:
El Batallón de San Patricio fue una unidad militar compuesta de varios cientos de inmigrantes europeos que lucharon en el Ejército Mexicano en contra de la invasión de los Estados Unidos de Norteamerica en la llamada Guerra de Intervención Estadounidense de 1846 a 1848. Los efectivos del Batallón de San Patricio eran desertores del Ejército de los Estados Unidos. Formado principalmente por inmigrantes de origen irlandés y alemán, además de una minoría canadiense, inglesa, escocesa, polaca, italiana y algunos extranjeros residentes en México, la gran mayoría católicos. Tomaron el nombre del Santo Patrono de Irlanda.
Origen
Los “San Patricios” tienen un origen incierto, pues se sabe muy poco con certeza de su reclutamiento. Una historia popular –base de la película de 1999 Héroes sin Patria (One Man’s Hero), en la que Tom Berenger interpreta al comandante de la brigada John Riley– relata que el núcleo de la unidad se formó como consecuencia de los severos castigos sufridos por soldados católicos (especialmente irlandeses) debido a la desconfianza que los mandos militares tenían en contra de ellos, ya que, por motivos religiosos, los consideraban más cercanos a Roma que a Washington, y por lo tanto, más afines a la causa de los mexicanos que en el fondo compartían su misma religión. Es sabido que el ejército de México reclutaba activamente estadounidenses católicos y ofrecían importantes concesiones de tierras a quienes abandonaran el ejército de Estados Unidos en favor del de México.
Aunque en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos algunos soldados cambiaron de bando, nunca en la historia del ejército de Estados Unidos se había formado una unidad de desertores en el ejército enemigo.
Su bandera estaba formada con un fondo verde, y de un lado un arpa dorada y las palabras Erin Go Bragh (Irlanda Por Siempre), y por el otro una imagen de San Patricio, el santo patrono de Irlanda, y las palabras ‘San Patricio’. Otra versión habla de varias banderas, con los símbolos dorados de arpas, San Patricio y tréboles.
Participación en la Guerra
El primer combate de los San Patricios como unidad mexicana es la Batalla de Monterrey (21 de septiembre de 1846), con una batería de artillería al mando de John Riley, anteriormente teniente del Ejército de Estados Unidos e inmigrante irlandés. Sirvieron con distinción y está acreditado que rechazaron con éxito dos diferentes asaltos al corazón de la ciudad. A pesar de su tenacidad y valor, y de que Taylor estaba a punto de abandonar el ataque, el comandante mexicano Pedro Ampudia, desesperado, pidió parlamento, consumando la derrota.
Tras del reclutamiento en Monterrey, los San Patricios crecen en número, que algunos estiman en cerca de 800 hombres; aunque según los registros más fiables, no llegaron a constituir más de dos compañías reforzadas (300 hombres) con oficialidad mexicana. Pese a su extraordinario rendimiento como artilleros en varias batallas, especialmente en la defensa de Monterrey, donde defendieron exitosamente La Ciudadela, y en la Batalla de la Angostura, en la que diezmaron un batallón atacante y capturaron dos cañones estadounidenses, acción por la que su comandante y varios oficiales recibieron la condecoración Cruz de Honor de la Angostura; se ordenó a los San Patricios convertirse en un batallón de infantería a mediados de 1847 por orden personal de Antonio López de Santa Anna.
Como unidad de infantería los San Patricios continuaron sirviendo con distinción; en la Batalla de Churubusco (20 de agosto de 1847), las maltrechas fuerzas mexicanas se establecieron en el convento de Santa María de Churubusco, y las fuerzas armadas estadounidenses se prepararon para atacarlos. Aunque el convento no era más alto que sus alrededores, sus bardas de piedra constituían una buena defensa. Además, los estadounidenses tendrían que cruzar un río para llegar allá, lo cual daría tiempo al ejército mexicano para preparar a medias, trincheras y encarar otro enfrentamiento. Los defensores mexicanos sumaban 1.300 personas y pertenecían a los batallones Independencia, Bravos y San Patricio. La lucha fue constante y desfavorable para los mexicanos, esta vez bien mandados y motivados por los generales Manuel Rincón y Pedro María Anaya. Tras algunas horas de combate, las fuerzas mexicanas se quedaron sin municiones y una bomba provocó una explosión en la reserva de pólvora que los dejó sin posibilidades de seguir defendiéndose; a pesar de lo cual y una vez que se izó una bandera blanca en señal de rendición, el capitán Patrick Dalton la abatió para seguir resistiendo, pero ya era inútil, el convento quedó en silencio. Cuando el general Twiggs entró al patio del convento, exigiendo a los soldados mexicanos que entregaran las armas, la pólvora y el parque, el General Anaya se le enfrentó, diciendo: “Si hubiera parque, no estaría usted aquí.”
Fin del Batallón
Los miembros del Batallón de San Patricio capturados por el ejército estadounidense sufrieron muy duras represalias; habían sido responsables de algunos de los más duros combates (y que causaron más bajas) a los que los estadounidenses se enfrentaron. Los que formaban parte del ejército estadounidense antes de la declaración de guerra oficial (el capitán Riley entre ellos) fueron azotados y marcados con hierro candente en la cara, con la letra “D” de desertores, y sentenciados a trabajos forzados. Los que entraron en el ejército mexicano tras la declaración de guerra, fueron ahorcados en masa como traidores, viendo de frente el sitio de la Batalla de Chapultepec el 13 de septiembre de 1847. Por orden del General Winfield Scott, fueron ejecutados precisamente en el momento en que la bandera de Estados Unidos reemplazó a la de México en lo alto de la ciudadela. Cuando la bandera alcanzó lo más alto del asta, se abrió la trampa del cadalso.
Los restos del batallón fueron comisionados para sofocar algunos levantamientos aislados después de firmada la paz con los EE.UU.
Los que sobrevivieron a la guerra desaparecieron de la historia. Unos pocos pudieron reclamar las tierras prometidas por el gobierno mexicano. John Riley murió a finales de agosto de 1850, y fue enterrado en Veracruz el 31 de agosto de ese año, con el nombre de Juan Reley, el mismo con el que se hallaba inscrito en los archivos del Ejército Mexicano. Ese mismo año el Ejército Mexicano tomó la decisión de disolver el Batallón.
Homenaje
Para conmemorar la ayuda de los irlandeses en el Ejército, la calle frente al convento de San Diego Churubusco se llamó Mártires Irlandeses. De igual forma se les recuerda en varias escuelas, iglesias y monumentos.
El Batallón de San Patricio es conmemorado en dos diferentes días en México; el primero el 12 de septiembre, el aniversario de las primeras ejecuciones, y el otro el 17 de marzo, día de San Patricio. Hay un monumento dedicado a ellos en la Plaza San Jacinto, en la colonia San Ángel de la Ciudad de México, en el que se dispuso una placa conmemorativa del Batallón de San Patricio. Esta placa lista los nombres de 71 miembros del batallón, 48 de los cuales eran irlandeses y 13 alemanes.
En la sala principal de la Cámara de Diputados de México, el nombre del Batallón de San Patricio está inscrito con letras de oro, al lado de muchos otros héroes mexicanos.
En 1997, el presidente Ernesto Zedillo conmemoró el 150 aniversario de la ejecución del Batallón en la Plaza San Jacinto, donde se hicieron las primeras 16 ejecuciones. Los países de Irlanda y México emitieron timbres postales conmemorativos con motivo del aniversario.
En 2004, en una ceremonia oficial a la que asistieron numerosos dignatarios internacionales, los directores Lance y Jason Hool, y muchos actores de la película El Batallón de San Patricio, el gobierno mexicano donó una estatua al pueblo de Irlanda como agradecimiento por el coraje, honor y sacrificio del Batallón de San Patricio. Esta estatua fue colocada en el pueblo natal de Riley, Clifden, en el condado Galway, en Irlanda. Todos los 12 de septiembre también se recuerda al Batallón en este pueblo, ondeando la bandera mexicana.
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