El pangolín es uno de los animales del mundo con el que más se trafica, y además ahora se le vincula con la pandemia del coronavirus.
El pangolín es también una de las especies animales más amenazadas, pero en la actualidad se están realizando esfuerzos para reintroducirlo en ciertas zonas de África de las que desapareció hace décadas.
La reintroducción del pangolín no ha sido fácil, pero resulta esencial proteger de la extinción a esta criatura tímida y misteriosa.
Una especie adorable pero en peligro
Los pangolines son los únicos mamíferos que están completamente cubiertos por escamas, que le sirven de protección frente a los depredadores. También pueden enroscarse sobre sí mismos para hasta formar una bola hermética.
Se alimentan fundamentalmente de hormigas, termitas y larvas que atrapan con su lengua pegajosa. Pueden llegar a medir un metro desde la punta del hocico a la de la cola, y en ocasiones se les denomina “osos hormigueros escamados”.
Se considera que las ocho especies de pangolín están en peligro según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Hoy existe una demanda sin precedentes de sus escamas, fundamentalmente de países de Asia y África, donde el pangolín es usado como alimento y con fines rituales y medicinales.
Entre 2017 y 2019 se triplicó el volumen de incautaciones de escamas de pangolín. Solo en 2019 se informó de que fueron interceptadas saliendo de África 97 toneladas de escamas, lo que equivale a 150.000 animales.
Hay aún más pruebas que evidencian el tráfico ilegal que sufren los pangolines, y a las que se puede acceder libremente a través de redes sociales como Facebook.
Este intenso tráfico global hace que todo el orden de los pangolines (los Pholidota) esté en peligro de extinción. Por ejemplo, el pangolín de Temminck se extinguió en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal hace tres décadas.
Reintroducción de una especie extinta
En Sudáfrica, el Grupo de Trabajo del Pangolín Africano (APWG, en sus siglas en inglés) recupera cada año entre 20 y 40 pangolines gracias a operaciones policiales en las que comparte información con las fuerzas de seguridad.
Resulta habitual que estos pangolines estén traumatizados y sufran heridas, por lo que se les ingresa en el Hospital Veterinario de Vida Salvaje de Johannesburgo para que reciban rehabilitación y tratamiento médico exhaustivo antes de que se les pueda volver a dejar en libertad.
En 2019 se reintrodujo a siete pangolines Temminck en la reserva Phinda Private Game, en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal.
Nueve meses después, han sobrevivido cinco. Esta reintroducción es un proyecto pionero a escala internacional y se está llevando a cabo en una región que en los años ochenta contaba con una población estable de esta especie.
Durante el proceso de puesta en libertad, todos los pangolines fueron sometidos a una alimentación muy estricta. Era algo necesario para que se adaptaran a su nuevo entorno y fueran capaces de obtener comida de forma eficaz.
Hubo reintroducciones previas (incluyendo algunas realizadas anteriormente en Sudáfrica) en países como Filipinas, la República Democrática del Congo o Tailandia. Sin embargo, en ellas apenas se realizó seguimiento posterior a la puesta en libertad.
Los pangolines que fueron liberados inmediatamente después de ser sometidos a tratamiento médico presentaron un nivel de supervivencia muy bajo. Esto se debió a múltiples razones, entre las que se incluye su incapacidad para adaptarse a su nuevo entorno.
Una “reintroducción suave” en la naturaleza
El programa en la reserva de Phinda supuso reintroducir de forma menos agresiva a una población de pangolines en una región que no había visto ejemplares de esta especie durante varias décadas.
Esta reintroducción suave tuvo dos fases:
Un periodo de observación previo a la reintroducción.
Un periodo de monitorización intensa posterior a la puesta en libertad para el que se usaron satélites GPS y dispositivos de seguimiento por ondas de radio de muy alta frecuencia (VHF).
El periodo previo a la reintroducción tuvo una duración de entre dos y tres semanas y se caracterizó por los paseos diarios de los ejemplares (de entre tres y cinco horas) por la reserva. Estos paseos se demostraron vitales para la adaptación del animal al nuevo hábitat, a sus sonidos, olores y posibles amenazas. También les ayudó a encontrar fuentes de alimento válidas (las diversas especies de hormigas y termitas que conforman su dieta) y en cantidad suficiente.
A ello le sucedió un periodo post reintroducción de entre dos y tres meses en el que al principio se ponía el foco en la localización diaria del pangolín. Posteriormente se introducían otros procedimientos como pesarle dos veces por semana, realizarle análisis médicos rápidos o hacer seguimiento de ciertas características de su adaptación al nuevo hábitat como la localización de refugios y madrigueras.
El director de la reserva de Phinda, Simon Naylor, afirmó sobre este proceso:
Un aspecto esencial del periodo post reintroducción es si los especímenes aumentaron su peso o lo mantuvieron.
El modo en que los animales se mueven tras ser reintroducidos da muchas pistas acerca de si se adaptarán a la zona. Si consiguen alimentarse, si producen excrementos, si cavan madrigueras… Muchos de estos comportamientos muestran su fidelidad a los emplazamientos y su tolerancia al nuevo hábitat.
Tras nueve meses de seguimiento y monitoreo, sobrevivieron cinco de los siete pangolines introducidos en la región. Uno de ellos falleció por enfermedad, mientras que el otro murió por el ataque de un cocodrilo del Nilo.
¿Por qué la reintroducción de pangolines es importante?
Sabemos muy poco de este grupo de mamíferos, que apenas han sido objeto de estudios. Se encuentran al borde de la extinción, y sin embargo aún poseen muchos secretos para la ciencia.
Los esfuerzos llevados a cabo en Sudáfrica y la iniciativa de la reserva Phinda suponen una ejemplo esperanzador para que el pangolín de Temminck pueda volver a merodear por las llanuras y colinas de la sabana de Zululandia.
El proceso de sacar a estos animales del comercio ilegal para reintroducirlos en la naturaleza ha sufrido muchos cambios, fracasos y dificultades, pero la receta de la “reintroducción suave” está funcionando.
Duan Biggs recibe fondos del Australian Research Council, Luc Hoffmann Institute.
Raymond Jansen está afiliado al Grupo de Trabajo de Pangolín Africano como fundador y presidente de esta organización sin fines de lucro. Además, participa en la recuperación de pangolines del comercio ilegal de vida silvestre.
Alexander Richard Braczkowski and Christopher O’Bryan do not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and have disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.
Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Alexander Richard Braczkowski, Research Associate, Griffith University