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COVID-19: los datos salvan vidas

Solarseven / Shutterstock

El foco informativo ha permanecido durante el último mes en el número de fallecidos por COVID-19. Triste e imprescindible dato para evaluar las medidas adoptadas y realizar un pronóstico. A pesar de la relevancia de dicha información, la calidad de esta cifra es mediocre. La macabra estadística está afectada de muerte por problemas metodológicos y de recopilación de la información.

El acceso a estadísticas de calidad es fundamental para las economías desarrolladas y sus ciudadanos. El uso adecuado de datos genera valor añadido y salva vidas. En los tiempos que corren, la posible utilización de datos va mucho más allá de la mera contabilización de decesos. La información susceptible de utilizarse contra la pandemia es mucho más variada que el número de muertos.

Han pasado casi dos décadas desde la vieja anécdota en la que la cadena de supermercados Target era capaz de anticipar a un padre mal informado, con el envío a su domicilio de publicidad de productos para bebé, el embarazo que todavía no había comunicado su hija adolescente. Desde entonces, el volumen de información y la capacidad de tratamiento se ha multiplicado. El acceso a datos es cada vez más sencillo. En la actualidad, el análisis de la información puede hacerse en cualquier sitio (hoy por hoy en casa) con un ordenador portátil. Los programas para su manejo son gratuitos y las capacidades informáticas están más extendidas.

La información es muy valiosa, por eso en las guerras se manipula y se difunde de manera controlada. Pero en esta lucha contra el COVID-19 el adversario no tiene capacidad para utilizarla. Por este motivo, la información que pueda ayudar a terminar con el enemigo biológico debe ser pública.

Las iniciativas contra la pandemia

El avance de la ciencia para el bien de la humanidad descansa sobre parámetros que fomentan el acceso a la información. El progreso científico depende en ocasiones de la capacidad artística e imaginativa del investigador. La materia prima son los datos. En la crisis actual muchos investigadores están poniendo sus mejores esfuerzos para aportar valor, necesitan datos.

Mostremos algunos ejemplos de lo que se está haciendo de manera altruista en la crisis del COVID-19.

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Probabilidad de propagación.

Con datos de movilidad se está calculando la probabilidad de propagación por municipios.

Otras propuestas pretender ayudar a empresas cercanas que no pueden abrir o favorecer el contacto vecinal (eroes somos todos, sic).

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Movilidad según Apple.

Apple, Google y Unacast están distribuyendo informes y datos actualizados de movilidad.

Mientras que Tiendeo ofrece en tiempo real una estimación del tiempo de espera para entrar a los supermercados lo que permite reducir el riesgo de contagio. Todas las propuestas se construyen sobre datos.

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Pronóstico radiológico.

Algunos proyectos luchan directamente contra la enfermedad, por ejemplo utilizando imágenes radiológicas o analizando la filogenia (origen, formación y desarrollo del COVID-19) del virus.

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Filogenia.

Miles de investigadores están haciendo significativos esfuerzos poniendo a disposición pública cientos de documentos de carácter científico, algunos de ellos con actualizaciones casi permanentes como, por ejemplo, el seguimiento de la pandemia a través de búsquedas online.

Las empresas privadas se esfuerzan en aportar valor mediante la utilización de sus bases de datos (por ejemplo, Google, Twitter, Geotab, facilitan datos de su red social para la investigación académica).

En algunos países, con empresas más avanzadas en el tratamiento de la información, mejor implantadas y con mejores datos los desarrollos específicos para su país, van por delante, lo que favorecerá la mejor toma de decisiones.

Los datos salvan vidas si son buenos

Los datos permiten tomar decisiones adecuadas y salvar vidas. En España, las iniciativas públicas no parecen favorecer la transparencia. Por ejemplo, el Real Decreto 463/2020 suspende los plazos para la tramitación de solicitudes de acceso a datos, en lugar de agilizarlos en caso de tener que ver con la pandemia.

La responsabilidad social de las empresas españolas parece haber dejado al margen el uso de sus datos para el bien común. Existen numerosas bases de datos que podrían facilitar el control de la enfermedad, tanto favoreciendo su cura como limitando su propagación.

Ayudaría que los investigadores pudieran disponer con rapidez de datos médicos, sin identificación personal, de los que enfermaron. Para atajar la enfermedad son fundamentales los datos de movilidad, de seguimiento de contactos que pudieran derivar en contagio y datos que permitan el control en tiempo real de aglomeraciones.

Es oportuno, por ejemplo, hacer uso de la tecnología disponible en los móviles (como han hecho con éxito otros países), la utilización de información de los servicios públicos de transporte, las imágenes en las cámaras instaladas en vías públicas o los datos de los terminales de punto de venta.

Esta información y la tecnología están disponibles y puede ser utilizadas, sin atentar contra la privacidad, para dificultar que se extienda la enfermedad.

En estos momentos la investigación y el desarrollo de soluciones son prioritarios. Es una oportunidad para que los sectores público y privado hagan un esfuerzo creando bases de datos abiertas de manera que el investigador pueda desarrollar soluciones. La falta de datos y análisis deriva en políticas incorrectas.

The Conversation

Juan de Lucio does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

Fuente: The Conversation (Creative Commons)
Author: Juan de Lucio, Investigador Economista, Universidad de Alcalá