Cada vez que leo algun texto de la autoproclamada izquierda anticapitalista no tardo ni dos minutos en encontrar espectaculares citas de Trotsky sobre hombres ebrios de sangre que masacran a personas indefensas (el linaje de Caín que va de Lucífer a Stalin pasando por Gadafi o Milosevic) así como sesudos comentarios de geopolítica internacional que superan lo inconcebible. Marcelino Fraile, un iluminado maestro de Barakaldo y digno representante de Izquierda Anticapitalista, escribe por ejemplo palabras de fuego en un blog muy anti (1). “Y que a Rusia, China o Cuba lo único que les interesa es la vuelta rápida al gran negocio del capitalismo salvaje, por eso no apoyan las revueltas” Sin obviar a Chavez que “prefiere apostar por mantener sus alianzas, negocios y amistades con los dictadores poseedores de petróleo”. Pero luego de cargarse finalmente a todo los cainistas camuflados de socialistas buenos, Don Marcelino se cansa de toda el sonsonete trosko de mandemos armas e instructores, bloqueemos Líbia pero por favor no mandemos aviones de la OTAN que es un poco antiestético. En un acto de psicótica honradez, escribe el susodicho:
“Si bien es cierto, que con los bombardeos quirúrgicos (o de la OTAN) también se dañan células vivas, tejidos y defensas y que no garantizan la curación total del paciente; estos protocolos si que han demostrado su eficacia para mantener con vida a muchos seres humanos, que ademas durante mucho tiempo continúan heroicamente luchando por vivir”.
Mientras Alberto Arce y los periodistas empotrados en la falange local de Misrata se emocionan cada vez que sus amados rebeldes masacran tropas y oficiales del estado libio, este humanitario-alternativo llamado Fraile considera que los que aún no caímos en el juego de los hipócritas somos parte del mismo “cáncer asesino” que representa Muamar el Gadafi. Cáncer asesino, repito.
Cada vez tengo menos dudas de qué hubiera hecho este lumpen pseuoizquierdista en la decisiva batalla de Stalingrado. Los confusionistas habituales hablarían de “derrocar la burocracia” para salvar el “internacionalismo proletario” apoyando de facto las tropas nazis. El resto, sin tanto camuflaje de ocasión, defenderían el necesario papel de Alemania para salvar a los pueblos oprimidos por la bota soviética y reproducirían las clásicas mentiras mediáticas sobre el hambre de Ucraina, el incomparable gulag y los hermanos siameses Stalin-Hitler que siguen propagando hoy en día. Nada nuevo bajo el sol, excepto la natural reincidencia en el mecansimo expiatorio que les permite justificar cualquier cosa. Todos los apologetas de la rebelión libia cumplen un papel simultaneo de sicarios y sacerdotes del imperialismo siguiendo esta vieja lógica maniquea que Washington ama y aplica con rutinario tesón. Así lo describe Glen Ford en Rebelión (2). O ese rollo purificador que comparten alternativos y neocons.
“Cuando EEUU y los europeos necesitaron una forma de sumarse al lado “correcto” del Despertar Árabe – y de ese modo aplastarlo – decidieron re-demonizar al líder libio Moamar Gadafi como el mal del cual los euro-estadounidenses rescatarían a África del Norte. “Gadafi era perfecto, existía desde hacía mucho tiempo como un personaje de tebeo para consumo occidental.” Matar al hijo de Gadafi y a tres de sus nietos no fue ningún crimen, puesto que “a los ojos de EEUU no son más que versiones satánicas de los personajes de dibujos animados Jaimito, Juanito y Jorgito, sobrinos del Pato Donald.”
“La matanza ritual de Moamar Gadafi y su familia avanza a trompicones como una especie de ritual de culto blanco salvaje. ¡Muerte al demonio y su semilla! Gritan los sacerdotes, banshees(1) y oráculos de sonrisa de hielo de los medios corporativos de EEUU. La misión manifiesta estadounidense (u “occidental”) debe ser santificada con la sangre de los personajes de tebeo. Como las hordas enloquecidas de Cristo que salieron en tropel de la oscuridad del lejano oeste de Europa para aniquilar ciudades enteras de extraños – incluyendo decenas de miles de compañeros cristianos que no hablaban, comían o olían como los franceses e ingleses – estos modernos cruzados necesitan un derramamiento de sangre ritual antes de expropiar las tierras y los bienes de sus víctima”.
Y como dijo en 1938 el profeta de la actual izquierda alternativa:
“¡Abajo la camarilla bonapartista del Caín-Stalin!”
Seremos cainistas, digo yo, pero nunca cómplices. A mucha honra.
Oriol Malló. Consulta su blog Generación Nepantla.