La pesadilla sistemática de denunciar abusos de todo tipo
Por Alberto Escorcia.
Este texto lo escribo después de leer una valiente publicación de @Catalinapordios, a quien admiro. Viene a decir que jamás nos dejaremos vencer por el miedo:
Sobre las amenazas veladas que me hizo ayer un machitroll y sus reacciones: pic.twitter.com/bzrUIvoU5a
— Catalinapordiós (@catalinapordios) April 5, 2016
Todo comenzó en 2011 luego que escribí un articulo cuestionando el acoso desde el GDF hacia Andrés Lajous por sus opiniones por la Super Vía Poniente. Por ese entonces yo era diseñador gráfico del Gobierno de la Ciudad y a la par escribía mi blog Pateando Piedras. Semanas después me pidieron la renuncia sin explicación. El siguiente dato quiero resaltarlo porque ha sido constante en las amenazas que me han hecho, desde Mayo de 2011 a Noviembre de 2012 trabajé coordinando el portal pulsociudadano.com en Argos TV propiedad de Epigmenio Ibarra, para luego ya no encontrar ningún trabajo formal hasta el pasado 2015 cuando di un taller en SinEmbargo.mx
La primera vez que me amenazaron fue días después del 1 de diciembre y el modus operandi fue el mismo:
1.- Una revista publicó un “articulo” acusándome de provocar disturbios
2.- Desde el Gobierno de la Ciudad de México habían corrido el rumor que me iban a detener y me lo hicieron saber vía conocidos.
3.- Decenas de bots me acosaban diciendo que sabían todo de mí y que me cuidara. Pero un error de un operador de estos bot-trolls me indicó el origen de la amenaza: Alfonso Brito
Yo no sabía nada acerca de cómo denunciar y defenderme. Cuando me acerqué a una ONG me dijeron que solo si era periodista podían ayudarme, pero como no lo era, “era complicado”.
Las demás organizaciones a las que me acerqué me dijeron que era ciencia ficción, que solo era troleo y que exageraba. Solo una organización internacional publicó una alerta, casi al instante el acoso terminó. Como arte de magia.
Al día siguiente desde la oficina de Marcelo Ebrard un funcionario me pidió una disculpa y me informó que Alfonso Brito se había excedido y que ya no laboraba allí. Y en efecto comenzó a laborar en la Asamblea Legislativa.
El circulo del miedo o “estás loco y exageras”
Cuando me amenazaron la segunda vez fue más elaborado, difundieron una carta dirigida a organizaciones, mis clientes, la gente que yo quería, a mis amigos elaborando una historia fantástica de cómo yo era la peor persona del mundo y de cómo era parte de un plan maléfico de Argos TV y Morena para acabar con el activismo en México. A muchos de mis clientes de freelances les hicieron la vida imposible, con auditorías o cosas inverosímiles por lo que ya no podían contratarme. Al mismo tiempo comenzaron a acosarme con bots mucho más elaborados y tumbaron mi sitio web varias veces intentando acceder a una carpeta especifica.
Esa carpeta la respaldé y la encripté, haciendo dos copias que envié fuera del país. Una noche al regresar a casa había huellas de unas botas y encontré una de mis ventanas abiertas. Yo pensaba que había sido un robo pero no se llevaron nada, solo se llevaron un disco duro de donde tenia una copia de esta carpeta.
El intento de levantón.
Al siguiente día difundieron una lista anónima en el GDF de personas que se señalaban como alborotadores de la Ciudad y convocaban marchas contra Mancera y eran críticos de AMLO. Versiones de esa lista circularon en blogs y medios como La Razón.
Conforme pasaron los días habían detenido a la mayoría -uno de ellos continúa preso- y en esa lista estaba yo y otras dos personas que no detuvieron. La organización Contingente MX publicó una alerta y me dieron respaldo.
Una noche algunos que no fuimos detenidos nos encontramos en una marcha, caminamos juntos desde el Zócalo y al llegar al Monumento a la Revolución una patrulla se acercó, salió un mastodonte y trataron de levantar a una de estas personas, afortunadamente la gente nos ayudó y corrimos al campamento de la CNTE. Dos meses después a la salida de un bar me asaltaron de una manera extraña porque no se llevaron ni mi dinero ni mis tarjetas, solo mi laptop y mi teléfono.
Pedir ayuda era un suplicio, me decían loco, exagerado, seguían publicando cartas en las redes molestando a la gente cercana. Sobrevivía porque solo obtenía ingresos de mi página web.
El ataque masivo
La tercera vez que me amenazaron fue después de una entrevista con Carmen Aristegui y fue el mismo guión:
1.- Desde el SDP Noticias publicaron “expedientes” acerca de mí, muy parecidos a las cartas que enviaron a mis familiares, amigos y clientes meses antes. Me acusaban de ser una especie de estratega de Epigmenio Ibarra y López Obrador.
2.- Y al mismo tiempo me lanzaban amenazas de muerte desde cuentas anónimas y varios “expertos” me citaban en columnas ridiculizándome.
Un amigo que por entonces trabajaba como asesor para la Presidencia de la República me contó que había personas analizando mi servidor para comprobar lo dicho por Arreola. Y que se sorprendieron de no encontrar nada.
Después por esos días, luego de un masivo ataque cibernético quedó inutilizada mi página y tuve que cambiar de compañía.
El fin de los ataques
Pasaron los meses y recibí la cuarta amenaza, masiva, desde cientos de cuentas en redes sociales enviándome fotos de descuartizados, amenazas de muerte, fotos de sicarios y fotos mías que obtuvieron de Facebook. Fue justo un día después de una entrevista que me hizo la revista Wired acerca de los Peñabots.
Luego entraban hasta mi departamento, azotaban la puerta de entrada gritando mi nombre e instalaron una cámara de Ciudad Segura apuntando a la puerta de mi edificio. Y fue cuando decidí volver a denunciar. Yo ya había pasado el calvario de la primera vez y pasó casi lo mismo.
De nuevo varias organizaciones y personas que me podían ayudar me dijeron que exageraba, que había gente que realmente sí corría riesgo. Que no era para tanto. Que me fuera a Tamaulipas o a Veracruz para sentir miedo de verdad. Que solo quería atención. Y que además tenía la culpa de no protegerme.
Me regañaron además de no encriptar mis correos, mis llamadas. La víctima tenía la culpa.
El silencio mágico
Fue un suplicio. Afortunadamente una persona de Artículo 19 me ayudó y me guió en el proceso, se ocuparon de mi caso y todas las amenazas diarias e intentos de inutilizar mi servidor cesaron en el momento de integrarme al Mecanismo de Defensa, y desde entonces mi página -hasta hoy- no ha sido atacada y a pesar que me han vuelto a entrevistar no he recibido amenazas.
Volví a respirar después de meses de vivir con miedo. Nunca he usado encriptación, no tengo manera de viajar porque apenas sobrevivo, a pesar de lo que publicaron de mí en SDP Noticias no tengo un servidor como los de la NASA, tengo uno simple que me cuesta 90 pesos al mes. Sigo saliendo a la calle y no vivo como en una película de espías.
Porque las víctimas no tienen la culpa. No tenemos que acostumbrarnos a callar. No tenemos que vivir en la espiral del miedo y el silencio. No tenemos que aguantar el acoso ni el miedo.
“Quienes deben tener miedo son ellos, no nosotros” eso me dijo un amigo que vive en Chetumal y que vive una presión similar, lo siguen, lo amenazan, lo espían y me contó que decidió no cambiar nada en su vida porque él no tiene nada de qué preocuparse.
No tenemos que dejar de usar las redes, ni compartir con nuestros amigos, ni dejan de expresarnos por internet.
Al leer hoy el post de Catalina me sentí aliviado porque ha logrado evitar el círculo del miedo y me identifico ante los regaños y el desdén que ha recibido por denunciar la violencia.
Contagia su valentía, y por su ejemplo me he repetido toda esta tarde lo que vi en una pancarta en Madrid en Mayo de 2011 “solo los besos nos taparán la boca”.
Nota: Desde que me integré al Mecanismo no he recibido ataques a mi sitio web hasta hoy en el que han intentado de nuevo obtener acceso a mi servidor miles de veces:
Brute force attack against https://t.co/eqDgTQXMu0 today – more than 5,000 password attempts so far. Via @YoSoyRed_ pic.twitter.com/MlFaWRtYTF
— Revolution News (@NewsRevo) April 5, 2016