Hace 3 meses, días más, días menos, la Bandera Mexicana no ondea en la Plaza de la Constitución; es el mismo tiempo que el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) estableció nuevamente su plantón permanente en el Zócalo. En 2010, el Sindicato Mexicano de Electricistas llevó a cabo un plantón y una huelga de hambre en la misma plaza.
Apostado en la plancha, Sebastián Cabrera observa el asta vacía y comenta “una tarde llegaron personas vestidas de civiles, la bajaron y la metieron a Palacio Nacional”, de donde no ha vuelto a salir.
Muy acorde con lo que está pasando en el corazón del país; México parece haberse olvidado del Plantón del Zócalo; las personas que transitan diariamente por la plaza más importante de América Latina ven con indiferencia, y algunos con rechazo, la causa de los autodenominados “smeitas”.
Y lo preocupante del caso es que a veces parece que la apatía y desesperanza van minando lenta, pero certeramente a la sociedad mexicana. El plantón sigue ahí, resistiendo a un régimen que continúa haciendo y deshaciendo a su antojo.
Para Javier Guerrero, el decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro no sólo transformó su vida, sino que truncó la de sus hijos que estudiaban una licenciatura en la UNAM y tuvieron que abandonarla para aportar recursos a la casa.
“No estamos pidiendo nada regalado, simplemente trabajo, oportunidades. Por ejemplo, a mi hija ¿qué futuro le espera?, ser empleada de una empresa trasnacional que no ve personas sólo números”.
A su juicio, la disolución de sindicatos como el de Luz y Fuerza del Centro y los constantes ataques al Instituto Mexicano del Seguro Social, son un afán descontrolado por menguar los poderes del Estado y ceder el control a los intereses privados.
“Qué pasa con Pemex, la gasolina se compra a Estados Unidos, la electricidad a otros países, cuando México puede producirlos. Es lo que queremos generar, riqueza con nuestro trabajo, pero que nos beneficie a todos” destacó Javier Guerrero, entre pilas de zapatos y ropa vieja que acumulan a manera de protesta de un gobierno caduco e ineficiente.
Así, los Smeitas, colocaron lápidas en la plancha con mensajes y en homenaje a los mineros muertos en Pasta de Conchos, a los niños de la guardería ABC, a Marisela Escobedo, al hijo del poeta Javier Sicilia, a hombres, mujeres y causas que son sepultadas por la apatía y la ignorancia.
Entre la acampada instalada en la plancha del Zócalo hay decenas de historias desconocidas, ya no son sólo los electricistas que se niegan a cobrar la liquidación, sino otros grupos sociales vulnerables que se enfrentan diariamente al rostro rígido e indiferente de muchos ciudadanos. Pero también están los que no se desmoralizan, los que llegan con su par de zapatos viejos y los colocan en ese monumento público al repudio. Los que en su paso les regalan un gesto de apoyo.
Pero como dice el viejo adagio “Divide y vencerás”. La pregunta queda ¿cuál podría ser la causa que devuelva a los mexicanos el ánimo de lucha? No belicoso, sino propositivo, cuestionador y transformador que tanto necesita el país.