A veces uno idealiza el mundo en el que vive. ¿A veces? No sé de dónde salió esa idea de que todos venimos a sufrir a este valle de lágrimas. Bueno sí sé, pero eso sería tema de otra columna. (The Holiday Song de los Pixies anuncia Let me tell you what´s going on…)
Cómo comenzar de nuevo después de tener un corazón roto se puede aplicar a casi todas las situaciones que enfrentamos durante nuestra vida. (Jane says, de Jane´s Addiction es muy buen ejemplo para enfrentar el “mañana” diferente, ¿No?)
Justo el fin de semana conocí a una chica lindísima que, cuando yo llegué, ella estaba a la mitad del relato sobre cómo le tuvo que devolver el anillo al novio. Trabajaban juntos y antes de comenzar con los preparativos de la boda, él decidió que se sentía menos junto a ella y comenzó una guerra silenciosa para promover la separación.
La historia es bastante común y conocida. Dos personas que se comprometen, buscando la felicidad. O eso pareciera. ¿Uno se compromete con otro para buscar la felicidad? ¿O cuando es muy feliz se compromete con el otro para compartirla y generar aún más?
Después se sumaron más personas a la conversación, todos de cierto nivel intelectual, digamos, el que menos estudios tenía era una licenciatura. Compartían algo: sus parejas se sentían menos a su lado, pero ellos creían que el problema eran, precisamente, ellos mismos. Casi todos habían elegido a sus parejas de forma similar: con menos estudios, con otro entorno social, con una manera de ver al mundo diferente. (James con Getting away with it –all messed up- quisiera dar una respuesta, pero no la encuentro).
Vaya caos que esto causó en mi cabeza. Siempre he estado en contra de las etiquetas, los estratos sociales y elitismos baratos, pero quizás ellos tenían razón. Se quedaron varias dudas dando vueltas, ¿Su fracaso se debió a que eran totalmente incompatibles y ajenos a sus parejas o a que el amor no era verdaderamente amor, de ese que se juran las parejas para siempre?
En posts pasados vimos que cuando es amor verdadero sigue y funciona, así esté dividido por ocho países. ¿Será lo mismo cuando se habla de carácter diferente, estratos sociales e intereses?
En la teoría el amor es universal pero en la práctica, conozco más casos de personas dispares que no funcionan porque al final los dos terminan sintiéndose menos que el otro, que de personas con diferentes características éticas, sociales y religiosas que siguen juntos al paso de los años. Espero que una/uno de los lectores me quite lo cínica con una historia de esas re lindas que te regresan la fe en el “para siempre”. (aunque para siempre es una palabra muy larga).
Me niego a creer que el amor está condicionado por agentes externos como similitudes étnicas, intelectuales o económicas. Eso lo convierte en algo premeditado, programable y me regresa al siglo 19 (y antes) donde las bodas eran objeto de mercadeo.
Pero, si no es así, entonces ¿Por qué no funciona cuando los dos son muy diferentes? ¿Porqué uno de ellos termina sintiéndose menos que el otro, en lugar de tener ganas de superarse, ser mejor y todo eso? Y luego está el rollo de cuando esa persona decide cambiarte por otra que tiene mucho menos intelecto, estudios y experiencia. Le acaba de pasar a un gran amigo. La chica con la que está saliendo decidió que prefiere pasar su tiempo con un mecánico. A mi cuate casi le da el infarto. Él va para su segundo doctorado.
En fin, me quedo con demasiadas dudas. Si me preguntan mi experiencia personal, yo creo que no funciona cuando uno no es feliz y pretende encontrar la felicidad en el otro. No debería estar regido por cuánto tienes y cuándo sabes. No es concurso de aptitudes. Por lo menos así me pasó. Yo no era feliz, él no era feliz, así que no creamos nada de felicidad. No importaba si él apenas había terminado la prepa y yo ya tenía una maestría. No importaba (para mí) ya haber viajado al extranjero mientras que él conocía Tlaquepaque. En ese momento yo no me dí cuenta, no descubrí que si uno no es feliz con uno mismo es más complejo vivir con otro, así sean del mismo fraccionamiento o de diferentes continentes.
Increíble, pero el dios del shuffle me regala “No tienes nada que perder de Mecano” y me hace sonreír. Que tengan buena semana.
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Foto: Sugar Rush Creations