Voy a contarles una historia de redes sociales y vidas en peligro. Una historia de cómo las redes sociales pueden ser usadas en modos insospechados para suplir las carencias de la administración. O al menos, para intentarlo. Es una historia triste, porque acaba mal. Acaba con la muerte de Daniela. Tiene –tenía- 21 años y sufría, por tercera vez en su vida, de leucemia. Ya había superado la enfermedad dos veces. Por eso, porque ya había superado la enfermedad dos veces, y porque después de tantos años habían llegado a quererla mucho, desde la Asociación Con Ganas de Vivir se lanzaron a una carrera casi sin esperanzas para reunir la mastodóntica suma de tres millones y medio de pesos (unos 220.000 euros) y tratar de salvar su vida. Alfonso Benedetto, el presidente de la asociación, estará sin duda muy triste hoy. Porque ayer murió Daniela. Murió, a pesar de que desde Con Ganas de Vivir ya habían logrado traerle –contra todo pronóstico, y fiada- la primera dosis de clofarabina (550.000 pesos) y estaban tratando de gestionar –contra toda esperanza- la compra de una segunda dosis. Y después, si todo iba bien, un trasplante de médula…
Esta es la historia también de Carla, la hermana mayor de Daniela, quien puso en marcha el complejo mecanismo de las redes sociales para intentar salvar a su hermana. A través de Facebook, y respaldada por el nombre de la asociación Con Ganas de Vivir, Carla difundió su desesperado mensaje mediante textos y videos. Y el mensaje, como si de una botella en el mar se tratara, viajó de cuenta en cuenta, y llegó a Twitter. Numerosos tuiteros mexicanos se hicieron eco de la petición y bombardearon una y otra vez con el insistente mensaje: dona. Dona dinero, o dona plaquetas. Pero dona. Tuiteros como @sarisima2010, @lamariada, @ebriones68, @gwensheresada (y muchos más) y también cuentas de twitter desde instancias oficiales como @conganasdevivir, @mamacommex y @donarsangremx (ésta última cuenta es por cierto un utilísimo servicio que reúne y difunde las peticiones de donaciones de sangre en México) hicieron su cruzada en internet para conseguirle a Daniela sangre, plaquetas y -sobre todo- la monstruosa cantidad de dinero que necesitaba para salvarse.
Si Daniela hubiese podido salvarse de haber sido mayores las donaciones es algo difícil de saber. Según tengo entendido, el primer tratamiento no pudo ser continuado debido a graves complicaciones. Ahora, también es posible que si el dinero se hubiese reunido antes, tal vez el tratamiento habría funcionado. Resulta terrible pensar que la vida de una persona pueda depender exclusivamente de que su familia logre reunir una suma de dinero por lo demás virtualmente inalcanzable. Resulta también conmovedor el esfuerzo que parte de la comunidad internauta realizó para salvar a una joven desconocida y remendar así los fallos del sistema sanitario mexicano. En Pateando Piedras creemos que las estrategias de las redes sociales tienen múltiples e insospechados usos. Entre ellos (y como nos demuestra la conocida cuenta @donarsangremx), salvar vidas. Usos que están quizá todavía en pañales y que no han conseguido salvar a Daniela, a pesar del empeño de su hermana Carla y de tantísimos internautas que la secundaron. Si consiguieron, sin embargo, reunir una pequeña parte del dinero para el tratamiento. Quisiéramos, desde aquí, ver esperanza en el futuro y creer que otras vidas podrán salvarse en algún momento a través de este tipo de estrategias que pueden llegar a canalizar la voluntad de aquellos que desean ayudar. Por lo pronto, lo único que podemos hacer es recordarle a los internautas que nos leen que tanto la familia de Daniela como la propia asociación Con Ganas de Vivir necesitan todavía de su apoyo para hacer frente a los enormes gastos hospitalarios que todavía tienen que pagar (y que ascienden a 569000 pesos):
El número de cuentas para donaciones es el 4022536064 de HSBC (a nombre de A.C Con Ganas de Vivir), o al 021180040225360646 si efectúas tu donativo desde otro banco o país.
Lo sentimos, Daniela. Lo sentimos, Carla.
Laura Prats
Foto y video : Con Ganas de Vivir