La soledad de las personas parece ser una de las nuevas commodities.
En esta potente entrevista en Yorokubu que le hacen a Nuria Gómez y Estela Ortiz autoras de Love me, Tinder te puedes enterar de cómo algo que parece gratuito en realidad está lucrando con el tiempo que la usas y con tu soledad y las ganas de conocer a alguien. Te compartimos una de las respuestas más reveladoras:
P: Parece que Tinder está diseñado para que los hombres más necesitados paguen más.
NG: No sabemos qué porcentaje de los ingresos de la empresa representan las suscripciones, pero sí sabemos que son los hombres los que mayoritariamente acaban adquiriendo una suscripción premium. Tinder sigue la antigua lógica de la discoteca: dejar entrar gratis a las mujeres y que sean los hombres los que paguen; es decir, usar a las mujeres como cebo.
Las dinámicas sociotécnicas de la aplicación hacen mucho más difícil el match para ellos que para ellas, por este motivo los hombres muchas veces terminan pagando una suscripción para tomar ventaja sobre el resto, tener más visibilidad y así conseguir más matches.
Lo que monetiza Tinder es el tiempo que pasamos dentro de la aplicación, nuestra insatisfacción. Así que tiene sentido que, en el fondo, el objetivo de la aplicación sea incentivar el círculo vicioso que vive el usuario de expectativa-subidón-frustración. Nuestra insatisfacción hace que el valor bursátil de la empresa suba.
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