Por Marbella Sosa Álvarez
Columnista invitada
Hace poco más de un año me di de alta en Twitter. Más por curiosidad y experimentar que por real interés. En principio, sería un soporte más para una campaña de lanzamiento de un nuevo producto online en mi ex-trabajo. No era considerada una herramienta básica dentro de la campaña (Facebook y el e-mail pesaban más entonces) ni teníamos muy claro a quién alcanzaríamos con ella.
La campaña evolucionó bien, logró objetivos y concluyó. No, Twitter no ayudó directamente a alcanzar las metas, pero sí fue, sorprendentemente, un genial apoyo de networking ya que contactamos con miembros de otras empresas y bloggers que le dieron empuje a la marca (y valiosos backlinks, cabe decir).
Empecé a seguir a los (auto)considerados “gurús” del Social Media y más tarde entendí que no se puede ser un gran experto en algo que apenas ha nacido y que está en constante evolución. Se me cayeron aún más los mitos cuando ese gran “expertise” se reducía sólo a Twitter (más aún cuando descubrí que era el tag con más entradas en sus blogs). Así que mi relación con el microblogging estaba ahí, fría pero constante.
Después, usuarios de México empezaron a seguirme (inicialmente, casi todo eran followers de España, ya que entonces vivía en Barcelona, Estados Unidos e Inglaterra por más contenidos en la red).
Los “twitteros” de México me hacían sentir más cerca de casa, pero había un vacío. Mientras en Europa, existe un gran número de periodistas, bloggers, emprendedores o profesionales del mundillo online que postean a menudo temas profesionales o del sector, en México sentía mucho ruido y pocas nueces. Sólo me ayudaba para recordar los chistes, albures y palabras metidas en el cajón de mi memoria después de tanta jerga española en mi vocabulario. Pero para asuntos de real utilidad informativa, poco me servían.
De unos meses para acá, el boom de Twitter ha ido in crescendo, aunque la cifra de usuarios del microblogging es aún ínfima en comparación con Estados Unidos o países europeos. Menos del 1% de los internautas mexicanos utilizan Twitter (vs. El 60% en USA), hay 32.000 cuentas registradas. Es verdad, no somos una cifra representativa en estadística aún, pero el crecimiento fue explosivo y en corto tiempo, me atrevo a afirmar que todo durante el 2009. Es sólo el principio.
Con esta efervescencia aún en proceso, llegaron a Twitter los periodistas, bloggers, informáticos que tienen algo más que compartir que su almuerzo del día. He descubierto críticos del sistema, políticos (a veces no tan afortunados), personas que se salen del estándar mental de la sociedad y famosos.
México ya no se calla, se queja, exige, debate, profundiza. Y Twitter es una accesible plataforma para ello y que además, contagia lo viral que puede llegar a ser un movimiento para evitar el incremento de un impuesto, por ejemplo.
Y mi cuenta ha ido transformándose. Ya no sigo a gurús, sigo a reales profesionales de lo suyo. Ya no sigo a quien me sigue, sino a quien me aporta algo positivo, así sea una excelente nota, foto o una gracia que hace que mi sonrisa se mantenga durante una tarde. Como en la vida misma.
Ya no es sólo una posible plataforma para promocionar una campaña de marketing, es un medio para enriquecer mi día a día. Y sí, tengo muchos amigos de la “vida real” y algunos de ellos también están por ahí escribiendo en 140 caracteres.
Como leí por ahí: “Social Media will no longer be ’Social Media’ – it will be an integrated, unquestionable component of your online and offline experience.” (Social Media, no será más Social Media, será un componente incuestionable de tu experiencia online y offline)
Post: Quiero agradecer a Pateando Piedras por invitarme a compartir mi experiencia como usuaria de esta red que al inicio era parte de mi trabajo y ya se ha convertido en parte de mi vida diaria. Es un honor.
Agradecemos a Marbella su participación y esperamos que no sea la última. Pueden visitarla en su blog: Las Alas de la Mariposa y en Twitter: @Marbe