Las Redes Sociales de Internet (RSI) nos aportan algo muy interesante: traducen la comunicación con otras personas en pequeñas piezas de información digital que alimentan nuestra conciencia con estímulos ricos y variados, todos de carácter ‘mental’ (esto es, digital), pero reales en tanto que compartidos y objetivables.
Entre las dos RSI más conocidas, Twitter se me antoja con un atractivo especial. Primero porque fomenta una conectividad abierta sin límites, como la de los blogs, y segundo porque dinamiza esta conectividad por medio de la limitación de caracteres a compartir en cada mensaje (140): por eso se llama microblogging.
El efecto es una rapidez trepidante de pequeñas actualizaciones de 140 caracteres sobre temas que la mayoría de las veces te resultan interesantes (por ello seleccionas a aquellos a los que sigues). Lo cual implica un consumo sustancial de atención, más aún cuando los tweets llevan enlaces externos.
Otro de los atractivos de Twitter es permite estar conectado en tiempo real con todo lo que pasa en el mundo o al menos con aquellos temas que nos interesan e interesan a un cierto número de personas. Primero a través del TimeLine donde aparecen las actualizaciones de aquellos usuarios que hayas escogido, y luego a través de los hastag (#) que funcionan como salas de conversación donde se tratan cuestiones de cierto interés social, como la #LeySinde, el discurso de #Gadafi, o cualquier otro tema importante o no, como las declaraciones de algún #famoso.
No hay una agenda temática determinada, la conversación general se desarrolla como el sumatorio o agregado de todo aquello que genere interés entre los participantes. Pero en general las discusiones o conversaciones más destacables (Trending Topics) siguen los principales eventos de la agenda mediática.
En la participación en este tipo de eventos se genera una especie de conexión con el mundo, que produce una mayor implicación e interés por lo que está pasando, al tiempo que permite opinar, escuchar opiniones, discutir, influir y ser influido…
Se trata de algo así como un Ágora pública, si no fuera porque es digital y porque el término tweet nos evoca más a un gran grupo de pájaros que se reúnen en la copa de un árbol para piar ardientemente sobre un tema, mientras lo observan a cierta distancia, siempre dispuestos a salir volando hacia otro árbol o emigrar fuera del mundo mental-digital.
No obstante, este piar conjunto crea este tipo de conexión especial, mental y simbólica, con el acontecer social y con los otros que observan (y pían). Acabas más interesado por cualquier tema, los sigues más de cerca, observas con más intensidad, profundizas en tus puntos de vista y conoces los de otros, y sobre todo te llevas ‘la actualidad’ contigo.
De ahí el título del post: este tipo de conectividad nos da la sensación de estar participando más activamente en el mundo, de que nuestra opinión cuenta y sobre todo, de que tenemos una experiencia real y directa de lo que sucede. Pero, ¿es realmente una forma válida de ejercer la ciudadanía?
Llevando la analogía de los pájaros un poco más lejos, podemos interpretar esta conexión mental como algo similar al vuelo en formación de algunas especies. ¿cómo se orientan? ¿cómo se organizan? No lo hacen, simplemente sucede porque están conectados… y porque para los animales el instinto parece ser suficiente.
Javier De Rivera
Javier de Rivera es sociólogo por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente prepara su tesis sobre las Redes Sociales en Internet y comparte sus reflexiones públicamente en su proyecto “Sociología y Redes Sociales“.
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Imagen: Jet Safi