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La explosión en la Torre “B-2” y el despertar tras la tragedia en los medios

Nota: El texto que lee en este instante fue elaborado con los datos que se han podido recolectar hasta el 1 de Febrero.

Alrededor de las cuatro de la tarde del 31 de Enero de este año se registró una explosión en el edificio B-2 de la torre de Pemex en la Colonia Nueva Anzures (Delegación Miguel Hidalgo, México, D.F.)
En el siniestro un centenar de personas fueron heridas y de acuerdo a la información obtenida hasta el momento, 33 personas perdieron la vida.

Así lo vieron los medios

Ese mismo día, a las cinco de la tarde Miguel Ángel Manera informaba que cuerpos de rescate, seguridad y protección civil se encontraban trabajando en la zona, se dieron a conocer los primeros reportes policiales y el Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong llegó al lugar de los hechos seguido de Jesús Murillo Karam.

Los datos empiezan a fluir. Alrededor de las siete de la noche Enrique Peña Nieto arribó a las instalaciones de la torre de Pemex. Reporteros de Televisa, Tv Azteca y Milenio lo acompañan en un recorrido por las inmediaciones del lugar. En el canal Efekto Tv, Melissa del Pozo daba cuenta de que a las 7:45 el que fuera candidato presidencial había salido allí sin hacer declaración alguna, de que los familiares de las víctimas aun no contaban con suficiente información y aseguró que los medios de comunicación anteriormente referidos pudieron tomar imágenes y hacer el recorrido porque “tenían un trato particular”.

Hasta ese momento era evidente que la comunicación se estaba cerrando. En la página de internet en la que –según se dijo– habría información al respecto no hubo actualizaciones y esto solo coadyuvó al enrarecimiento de un clima por demás confuso que no permitía armar las piezas informativas sin crear un corto circuito.

La incertidumbre de los familiares era evidente, la información que circulaba no era muy clara y aun cuando se esperaba que Peña Nieto visitara los hospitales se reportaba que no se había levantado el cerco usual para cuidar su integridad.

Cabe destacar que Enrique Peña Nieto había dado instrucciones a sus colaboradores de mantenerse firmes y no especular. Esa instrucción la traslado a los medios de comunicación que se mantuvieron en la zona para cubrir cualquier eventualidad y fue atendida a cabalidad hasta donde fue posible.

En tanto, en Foro TV (canal de noticias de Televisa) se daban detalles de la construcción del edificio B-2, se rescataron imágenes que ya circulaban en las redes sociales y “en tiempo real” se anunciaba que Enrique Peña Nieto había sido informado acerca del rescate de una persona.

Mientras Televisa se detenía a repasar el número de efectivos que participaban en labores de rescate, las reacciones en las redes sociales no se hicieron esperar.

Más tarde, en conferencia de prensa que fue difundida por medios de comunicación como CNN en Español, Miguel Ángel Osorio Chong –acompañado del gabinete de seguridad– tomó la palabra para dar sus condolencias a los deudos, afirmar que se velaría por las familias afectadas y reiterar que los elementos que trabajaban en la zona del siniestro se dedicarían a remover escombros. A las 11:04 de la noche los datos referentes al número de personas fallecidas ya eran de conocimiento público, 25 personas, 17 mujeres y 8 hombres habían perdido la vida, 101 personas habían sido heridas y el panorama poco alentador se fue haciendo más pesado.

Al ver reunido al gabinete de seguridad –incluido el director del CISEN– el mensaje difundido durante la conferencia y el discurso empleado en ella nos dejaban claro que –encima de todo– el asunto tenía que ver con cuestiones graves.

La noticia llega al mirador internacional

La prensa internacional puso sus ojos en México, el New York Times “cabeceaba” una nota dentro de su página de internet de la siguiente manera: “Explosión en México mata al menos 25”.
En la nota se hablaba del contexto que envuelve la explosión, del futuro de la paraestatal que “ha estado plagada de (problemas como) disminución en la producción, robo y un pésimo historial de seguridad que incluye la explosión de un oleoducto que mató a 30 trabajadores en Septiembre” y citó a George Baker, director de energía.com, quien dijo que anteriormente los escándalos de seguridad habían sido utilizados por líderes mexicanos como argumento para hacer “cambios controversiales”.

Wall Street Journal también llevó a su página la noticia, “Mortífera explosión golpea al gigante petrolero mexicano” era el título de un análisis de la situación y en Europa –concretamente en Francia– Le Monde ofrecía un titular que a la letra rezaba “Violenta explosión mortal en un rascacielos en México”. En su nota, el rotativo francés hacía un recuento en retrospectiva de las vicisitudes por las que ha pasado PEMEX (en específico en los años 2007, 2010 y 2012) y manejaba las cifras oficiales de la triste escena actual.

Para la media noche, la prensa internacional que goza de cierto prestigio como El País, El Clarín, The Guardian y The Huffington Post –además de CNN, ABC y la BBC– también hacían eco de la nota.

Al despertar tras la tragedia

El primero de febrero, en la Ciudad de México, Emilio Lozoya (director general de PEMEX) ofreció una conferencia de prensa en la que se hablaba de un aumento en las cifras de personas fallecidas y aunque no tuvo muchas palabras para el grupo de medios que se dio cita para escucharle, en entrevista con Carlos Loret de Mola rompió el cerco y se atrevió a lanzar la primer especulación por parte de alguien que –por la naturaleza del caso– se encuentra vinculado estrechamente con los sucesos al decir (en palabras más, palabras menos) que todo parecía ser un accidente.

Los medios cuestionaban constantemente y las autoridades no estaban dispuestas a ceder. Sí, en efecto era entendible que se tuvieran ciertas prioridades, pero México tiene una sociedad desconfiada que murmura y atiende rumores. Si los micrófonos estaban abiertos, no había razón para que el poder no lo estuviera.

La información circulaba a cuenta gotas gracias al cerco informativo que impedía en buena medida el desarrollo pleno de la actividad periodística. En la torre que ha vestido de luto al país se suspendieron las tareas de rescate a la una de la tarde y se comenzaban trabajos más profundos.

Se hizo de conocimiento público que había una nueva víctima, la número 33. A las dos de la tarde Peña salía del hospital de Picacho, a las tres Osorio Chong informaba que había dos cuadrantes que faltaban por revisar y minutos más tarde PEMEX informó que la Dirección Jurídica buscaría agilizar trámites que permitieran la entrega de cuerpos de los trabajadores fallecidos. Mientras se daba a conocer dicha información, 10 cuerpos habían sido entregados a los deudos.

Sobre las seis de la tarde Jesús Murillo Karam ofrecía una conferencia de prensa, según lo que se pudo leer en aristeguinoticias.com el titular de la PGR aseguró que se realizaría una investigación totalmente transparente y fue enfático al afirmar que está en plena disposición para encontrar la verdad de los hechos sea cual sea.

Lo cierto es que

En los medios hasta el momento no se ha hablado de una hipótesis seria pero se ha abierto la puerta a versiones no confirmadas, rumores malintencionados, suspicacias e información desmesurada. Es importante que las autoridades logren ser convincentes, que logren con argumentos verosímiles borrar los nubarrones de confusión y de incertidumbre y que sean también quienes están íntimamente relacionados con el suceso los que –como dijo Carmen Aristegui en el espacio que conduce en MVS– con claridad comuniquen a la sociedad cualquier cosa que haya ocurrido.

Cerramos la semana consternados, con un dolor profundo y aun cuando el corazón de México está destrozado debe quedar claro que independientemente de las causas que originaron la explosión, se debe pensar en evitar la utilización de la tragedia para perseguir fines políticos.